Diario de León
León

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U namuno afirmó que le dolía España, pero hoy tendría dificultad para señalarnos dónde le duele. No obstante, existimos. En la final de la Copa del Rey, el himno nacional fue pitado por miles de personas en presencia de Felipe VI, mientras Mas sonreía complacido. Las masas se limitaron a hacer lo esperable, pero la falta de nobleza de este político quedará como prueba de su catadura. Libertad de expresión, lo han llamado algunos; eso sí, no les digas que su fuet es un salchichón al que le falta un hervor. A los símbolos del Estado no hay que divinizarlos, ni despojarlos de su dignidad. Mas volvió a demostrar que su nacionalismo es mero interés personal, oculto en un colchón suizo. El rey supo ser y estar, bajo su aparente imperturbabilidad. Estos asuntos no se solucionan agarrando al ofensor por la pechera, ni como pretenden algunos preguntándonos los demás por qué se produjo la ofensa. Fue una machada sin valor. Hace días, el ex matador Zapico publicaba una tribuna en este periódico en la que afirmaba que el valor no existe. «No es nada más y nada menos que sobreponerse al miedo». Es decir, no existe pero hay que crearlo, una vez metido en faena. El rey creó el suyo, con la majestad del autocontrol. Su contención fue lo difícil; la sonrisa de Mas y la pitada anónima, lo fácil. También Unamuno ha quedado como ejemplo de intelectual valeroso, frente al matonismo histriónico de Millán-Astray.

Leo en ABC que el hispanista británico Robert Goodwin ha publicado en su país un extenso libro sobre España y el Siglo de Oro, sin sambenitos de leyenda negra. Asegura que tanto Carlos V como Felipe II intentaron que el imperio colonial español fuese regido con normas que respetaran la dignidad de los indígenas; otro cantar son ya los condicionantes de cada tiempo. Y afirma con optimismo que además de pasado esplendoroso tenemos futuro: «España es un país maravilloso, sólo está viviendo la resaca de su gran fiesta», dice. Gracias, tómese algo, invita la casa.

Y sí, me ofendió ver esa pitada al himno nacional. Pero como madridista me alegré que el Barça ganase la Champions y no la Juventus. Tengo por norma ir siempre con el equipo español, incluso cuando se comporta como si no lo fuese.

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