Diario de León

CUERPO A TIERRA

Prédica y práctica

Publicado por
ANTONIO MANILLA
León

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El objetivo de toda moral, incluso el de toda doble moral, es el mismo: ocultar algo. La moral lo elimina de circulación, sacándolo de lo público, mediante su prescripción o condena, y la doble moral lo hace privado, eliminándolo de la vista, con un gran gasto de iniciativa. Es más de emprendedor, como si dijéramos, por la inversión de intención que requiere. Y por los beneficios, claro, que para eso arriesga.

«No hagas lo que yo hago, haz lo que yo digo», es el santo sacramento bastardo de la doble moral. Eso lo perciben con gran intuición, y lo contradicen instintivamente, todos los niños en edad de hacerse mozos. A veces no nos damos cuenta de lo preclaros y sabios que son los hijos. No hay plan de lectura que pueda competir con la visión de los padres todo el día delante del televisor, ni campaña contra la obesidad capaz de triunfar en un campo sembrado de hamburguesas, pizzas y refrescos.

El asunto es que la falta de concordancia entre la prédica y la práctica, entre lo publico y lo privado, se ha hecho especialmente agudo durante los últimos tiempos en el sector de la cosa pública, que precisamente se ha gestionado como un coto privado. Enumerar los casos de políticos encausados por atentar contra los ciudadanos necesitaría de mucho espacio aun tratándose de una antología. La sospecha de la existencia de un doble rasero en la administración de la justicia tampoco ha ayudado a la percepción de que todos somos iguales ante la ley. Continúa teniendo vigencia la granjera desconfianza orwelliana: todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.

Los partidos 2.0, emergentes como triunfadores en las pasadas elecciones, pese a que las dos formaciones mayoritarias siguen siéndolo con once millones largos de votantes y el 65 % de los concejales en liza, enarbolan como loable objetivo la limpieza o regeneración de la gestión, algo que también postulaba uno de los perdedores, UPyD, mucho antes.

La pulsión talibánica y la demagogia ultraquejica que algunos les achacan me parece que no atañen a este punto. Si por uno fuera, la limpia iría mucho más allá de los partidos y alcanzaría a todo sector que tenga la menor relación con el Estado. No existiría política sin ambiciones personales pero sí puede haberla sin manos largas. De tener éxito, no sé si les aumentará o les menguará la parroquia.

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