Diario de León

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La leyenda del Pelucas

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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H ace 20 años murió el gran César Rodríguez, que todavía alcanzó a ver en la catedral londinense del fútbol la primera Copa de Europa conseguida por un leonés de Puente Castro. Lo recuerdo ahora, incómodo por la insólita pitada a un jugador catalán de la selección española en nuestra ciudad. Un ruido que nos iguala a otros estruendos, también masivos y alentados por los heraldos del alboroto. Más chirriante en León, que durante años albergó la mayor concentración de aficionados culés fuera de Cataluña. Repartidos por el territorio provincial. No por casualidad, sino gracias a las gestas del gran César, cuyos logros deportivos sólo Messi consiguió batir al cabo de más de medio siglo. Su leyenda iluminó quince años de tinieblas provinciales.

Más allá de sus récords de goles y temporadas en la élite, César revoluciona la figura del ariete en el fútbol español. También alteró la espesa quietud provinciana su boda en los agustinos con Emma Revillo, Memi, en marzo de 1949. Aquel año fue Pichichi con 28 goles en 24 partidos. Después de la canción de Serrat, que inmortalizó la delantera de las cinco copas (Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón), las conquistas de Messi refrescaron sus logros. También por la necesidad de buscar referencias a un perfil de atacante singular. Estuvo en la élite durante dos décadas, con una campaña en Francia. Fue trece años titular con el Barcelona, máximo goleador siete temporadas consecutivas, y estrenó el casillero en primera de dos equipos: Granada y Cultural Leonesa.

A León volvió el año del ascenso, en 1955, para jugar con sus hermanos Calo (que también le acompañó siete temporadas en el Barcelona) y Severino. Su olfato goleador se asentaba en un poderoso remate de cabeza y en su capacidad de disparo con las dos piernas. Tenía una habilidad curiosa, el uso de la puntera, que le permitía resolver muchos barullos en el área. También puso de moda los remates en plancha, muy raros todavía en su época.

Había salido de la fundición de su padre en la carretera de Asturias al acabar la guerra y fue al Barcelona porque quería conocer el mar. De la Cultural marchó al Perpignan, y con 37 años lo fichó el Elche, de tercera, como entrenador. Como no quería dejar de disfrutar, firma como jugador y entrenador. Dos ascensos seguidos, a los que contribuye con 37 goles, lo devuelven a primera con 39 años. Acabará la temporada jugando de líbero y con el Elche décimo. Como entrenador, terminó de ayudante con Kubala en el Barcelona. Le llamaban el Pelucas por el avance de su alopecia, quizá asociado al desgaste de los remates con la cabeza. De la Cruz, que jugó con Cruyff, y Juan Carlos, que ganó la primera Liga de Campeones, siguieron en Barcelona el rastro leonés de su estela.

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