Zona nacional

T oca este sábado alarmar al cotarro ante los tipos nuevos que se estrenarán en los ocho mil ayuntamientos españoles. Unos entran entre incógnitas no despejadas... «y otros entre enigmas de mal agüero», insiste Flori, que trabajó en Hacienda.

Mientras, vienen por el aire los ecos de cuando también tocó alarmarse tras morir Franco y el editorialismo de trinchera -que era como el de hoy, pero más procaz- auguraba grandes cataclismos, enconamientos políticos, caos en las calles... y la descomposición de la patria... cómo olvidar aquel artículo que publicó en 1979 el director de La Hoja del Lunes de León tiñendo el titular del color del «Dies Irae» con un aire tragiprofético que movía a pánico... o a escojonación: «Dios nos coja en zona nacional », decía el tío como pidiendo estola... y pistola.

Peor fue al legalizarse el PCE... gritos clavados en la bóveda de la basílica nacional, alerta, a mí la Legión... «y si hay que entrar a masacrar a todo un despacho de abogados rojos en la calle Atocha como si fuéramos yihadistas en la redacción de un semanario de humor, pues allá que nos vamos arriba y nos morimos de la risa».

Los mismos pánicos se sembraron cuando arrumbó al poder el socialismo ibérico en 1982 y se propaló la idea de que vendrían confiscando hasta las vacas del señor Eulogio, que tenía dos y le quitarían una (al final, le quitaron las dos por orden de Bruselas, pero le daban una subvención por no producir leche ni dar un palo al agua, manda carallo; y Eulogio, que no se lo creía, aplaudió con las orejas y su voto).

Así que ahora, ante lo que viene, es pura rutina el resacar esas viejas emociones y aterramientos... ¡esto será otra Venezuela!, se oye tras los portones del bulevar de los Chollos Rotos donde proclamando van sus devotos que se nos viene encima la perdición.

Qué aburrimiento.

Lo bueno de hoy es que entrará gente pluriforme y podrá fisgar (si no se destruyeron) los rastros del pecado en untamientos y yuntas autonómicas. Lo malo será que a muchos sabuesos de la transparencia les confundirán el olfato echándoles colonia... o grasa de salchicha, que todos tenemos precio.