EL RINCÓN
Fecha sin número
N o se sabe si Ciudadanos trae locos a todos los demás partidos, incluso a los que dentro de poco no estarán, o ya lo estaban anteriormente. Para intentar definir el tiempo que llega, que ni se para ni tropieza, hay que hablar de una gran indefinición. ¡Que sea lo que Dios quiera!, que la unión de mucha gente nunca será nada bueno. Quizá sean los mismos que dicen que el llamado Sumo Hacedor es que no tenía otra cosa mejor que hacer cuando inventó el mundo. ¡Cualquiera sabe! Hasta Voltaire, que era deidista además de ser el primer volteriano, habló del cronométrico argumento de que no puede haber un reloj, por muy mal que funcione, sin suponer la idea de un relojero. Los nuestros andan desacompasados desde el Siglo de Oro, semana más o menos, pero siempre existe la posibilidad de ponerlos al día. Don Antonio Machado, en el octosílabo más consolador de nuestra lírica, dijo que «hoy es siempre todavía». Rajoy, que entre sus minuciosos saberes no figura la inefable poesía, le ha dicho a Sánchez, que tampoco parece un experto, que no excluye adelantar las elecciones. ¿Cómo se puede evitar un descalabro en las generales? Ponerse la venda antes no es la solución. La pedrada está en el aire.
La dificultad de escoger se acrecienta cuando hay que elegir entre dos cosas malas, pero se hace más insoportable retrasarla. Solo su santidad el papa Francisco, que está persuadido de que en la eternidad no hay bullas ni apresuramientos, quiere juzgar aquí y ahora a los obispos que abusen de su poder anacrónico, para encubrir los casos de pederastia cometidos por los sacerdotes o religiosos a su cargo. ¡Qué valiente este argentino, cuesta abajo en su rodada! Sólo le falta decir eso de maricón el último que no quiera limpiar a la santa madre de sus hijos cacorros, corruptos de los que aún no han perdido la inocencia, como nosotros, que somos tan mayores que ya nos creemos todo lo que nos cuenten.