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EDITORIAL: La pluralidad social impone en León un nuevo tiempo para la política municipal

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León

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Con el compromiso de «aportar aire fresco a esta casa», a la que llega una corporación municipal renovada en 20 de los 27 integrantes, Antonio Silván asumió la Alcaldía de León con la declaración de apertura de «una nueva etapa» que estará marcada por «una hoja de ruta con las mejores letras». Escrita bajo las «coincidencias en las líneas programáticas» con quienes prestaron su apoyo para que el candidato del PP accediese al cargo en el que releva a un compañero de partido, los ejes de la gestión municipal se concretan en diez referencias básicas. Las encabezan las políticas sociales, con la promesa de atención a los desfavorecidos bajo la exigencia de que León sea «ejemplo de ciudad solidaria, integradora y cohesionada socialmente», y las orientadas a la generación de empleo. Aunque con escaso margen de actuación sobre todo en el segundo caso, la urgencia de combatir el paro y la marginalidad social debe ser asumido por todos, más allá de las administraciones, como un reto personal.

La imprescindible colaboración institucional, que sin duda se verá favorecida por el perfil de quien ahora representa a la ciudad, no debería frenar las reivindicaciones ciudadanas frente a las otras administraciones, en particular las relativas al desarrollo de las grandes infraestructuras que arrastran retrasos e incumplimientos históricos. La gestión del nuevo alcalde en este sentido va a ser estrechamente vigilada y fiscalizada por la oposición y la ciudadanía. Y él lo sabe.

La sostenibilidad económica del Ayuntamiento, el mantenimiento de los servicios, la mejora de la calidad de vida y el impulso a las nuevas tecnologías son aspectos compartidos en esa coincidencia programática a la que el nuevo regidor añade su empeño personal, reiteradamente manifestado, de intensificar la promoción de la ciudad a partir de la marca León y fomentar la identidad desde el orgullo de «ser de León».

La pluralidad de la sociedad leonesa fotografiada en la composición de la nueva corporación obligará al gobierno municipal a desarrollar un intenso ejercicio y fomento de la cultura del diálogo, el respeto, el entendimiento, la participación y la colaboración, pero también de la transparencia y la honradez. Deberá, además, elevar el nivel de compromiso en cuanto a la regeneración política que reclama la sociedad, peligrosamente distanciada de quien ejerce esa labor, y dignificar el oficio desde el trabajo, la humildad y la honestidad. En definitiva, ser no sólo el alcalde de León, sino de todos los leoneses.