TRIBUNA
El Estado, instrumento para la convivencia
L a estructura de un Estado, siempre es escoltada de elementos simbólicos que lo representan y lo identifican. La bandera, el escudo, el himno, la lengua oficial, el jefe del Estado, en el caso de España, el rey, figura que representa la humanización del Estado. Esta simbología no tendría sentido, sin un cuerpo estructural jerarquizado y descentralizado, cuyos pilares fundamentales son las Instituciones, atribuyéndolas intrínsecamente el poder jurídico, ejecutivo, y legislativo.
El target de las instituciones del Estado es la estabilidad social, a través de su gobierno, para que se cumpla este target es fundamental que la relación entre las figuras simbólicas del Estado y la propia sociedad deba de ser de identidad, es decir, donde la propia sociedad se identifique con ellas. Para que exista esa relación de identidad de una sociedad hacia el Estado, debe existir una conexión que se conoce como la representación, que se legitima, mediante el voto.
El éxito real de un Estado es que la totalidad o la gran mayoría de la sociedad de un país se sienta identificada y representada por esos símbolos estatales, por las instituciones y por sus políticos. Si no existe ese sentimiento de representación, esa comunión entre el Estado y la sociedad, la construcción del Estado no habrá tenido sentido, será defectuosa. Habrá caído en contradicción, no generará estabilidad sino inestabilidad, donde el Estado responderá a sus intereses y la sociedad a los suyos.
Esta estructura tiene su punto cúlmine en la creación de un sistema de convivencia tanto social como institucional, el sistema de convivencia en España es la democracia representativa. El alma del Estado. Cuyo mayor fracaso sería la abstención electoral, la indiferencia de la sociedad, la no identificación de la sociedad con el Estado.
Esta reflexión es resultado de la performance independentista en la fiesta del fútbol español, la final de la Copa del Rey. Los silbidos al himno de España, muestran la evidencia de que hay una parte de la sociedad española que no se siente identificada con la simbología del Estado Español y consecuentemente con el Estado Español.
Yo pienso que la realidad no debe ser analizada como una simple foto en dos dimensiones. La realidad tiene muchas aristas, la realidad debe de interpretarse en ¨cuatro dimensiones¨. Por lo tanto, los acontecimientos de aquel día no tienen un único análisis.
En primer lugar, el ciudadano de a pie que va al estadio de fútbol, y cansado de la situación económica, política y social que vive nuestro país. Hartos de esta situación, silban al himno como un crítica hacia las instituciones y a los gestores del Estado central y autonómico. O simplemente como una querella a la inmensidad ya faltos de ilusión, porque ¨sus cosas¨ no han cambiado, han ido a peor o han mejorado no lo suficiente en estos últimos años, lo cual están en su derecho y no hay nada que decir.
También, hay que tener en cuenta a esa gran mayoría que les duele que silben SU himno, que no se trata de SU himno strictu sensu , ya que nadie lo tiene registrado en un pliego a su nombre en ningún Registro de la Propiedad, pero lo han hecho suyo, y ese ¨suyo¨ tiene más valor que cualquier documento público, ya que se sienten identificado con él, y silbar al himno se convierte en silbar a esa gran mayoría, ya que van sentimentalmente yuxtapuestos, lo cual es un éxito del Estado Español.
En segundo lugar, el trasfondo político de la performance, el cual en mi opinión, es profundamente criticable, lo que debería de ser una fiesta del fútbol español, algunas organizaciones afines al movimiento independentista, se encargaron de utilizarlo como plebiscito y desafío a la unidad de España. Estas organizaciones repartieron silbatos en las puertas del estadio y utilizaron los medios de comunicación como voceras de sus pretensiones, implícita o explícitamente. Son estas mismas organizaciones las que son subvencionadas por el propio gobierno catalán, utilizando el desencanto social por la situación que vive España y en particular Cataluña, se aprovechan de ese caldo de cultivo, para ponerse la medalla, y son aquellos que están detrás, los directamente responsables de la situación económica de Cataluña, lo cual, no deja de tener cierta ironía.
Por lo tanto, es evidente que nuestra Democracia, sufre un importante desafío en la estabilidad social, y la Democracia española debe dar respuesta como sistema de convivencia, a través de la negociación para llegar al consenso, porque no se nos debe olvidar que la Democracia española es el resultado de un proceso de negociación entre diferentes posicionamientos ideológicos que en un principio parecían absolutamente irreconciliables, donde el consenso se construyó con la cesión en las diferentes pretensiones iniciales por parte de todos, con el objetivo de llegar a encontrar un acuerdo común, finalmente representado por la Constitución Española, cuyo efecto es la estabilidad social. Y ese es el camino que debemos seguir para dar solución y poner fin a esta problemática.
Pero es evidente que el consenso no puede llegar a cualquier precio, el consenso debe buscar el bien común, y en mi opinión la educación debe ser una de esas líneas rojas y debe ser un medio fundamental para que el consenso afecte a la sociedad en su conjunto, construyendo una España fuerte e identitaria, es decir, identitario para mí es quien defiende su identidad como modo de ser, siendo a su vez consciente de las diferencias, las características singulares de cada pueblo, engrandecen su conjunto.