EDITORIAL: Calor y Café da la cara incluso ante las situaciones complejas

Las personas anónimas que trabajan activamente en los colectivos y entidades que atienden directamente a quienes peor lo están pasando en esta crisis, muestran habitualmente su sorpresa cuando leen y escuchan valoraciones o pronunciamientos que exhiben un gran desconocimiento de la realidad. Lamentablemente el problema de las personas que no disponen de unos mínimos para garantizarse una vida digna no es nuevo pero la crudeza con la que ha arreciado la presente crisis ha disparado de una manera inusitada el volumen de víctimas que viven hoy en una situación de necesidad inaceptable.

Llama la atención que a estas alturas haya quien busque estereotipos decimonónicos en esas asociaciones donde los voluntarios y voluntarias trabajan cada día para hacer auténticos milagros para conseguir el verdadero fin, otorgar esa mínima dignidad que se merecen todas las personas de acuerdo a un mínimo criterio de Justicia.

Es verdad que la llegada de las vacaciones escolares genera un serio problema a muchas familias que disponen de unas becas públicas que les otorgan una alimentación para sus hijos en los comedores de los colegios. El problema está ahí y lo importante es que existen respuestas de quienes deben darlas, de las personas con experiencia e implicadas en el día a día en la atención a los necesitados. Y resulta llamativo que lejos de apostar por este tipo de organizadores se opte por buscar titulares fáciles con pronunciamientos a los que todos los expertos se oponen, como la apertura veraniega de locales públicos que supongan una estigmatización de los niños. Esas mismas organizaciones reparten alimentos para que sean atendidos en casa. Y si esa vía se hace imposible se abre el comedor a esos pequeños. Pero con criterio y seriedad. En el siglo XXI la dignidad es imprescindible al servir un plato en una mesa.