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Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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Nadie me ha pedido mi opinión al respecto, pero voy a decirla igualmente. Solo hay dos tipos de personas en el mundo: a las que les gusta el fútbol y a las que no. Pertenezco al primer apartado, hasta el punto de creer que si el fútbol no existiera habría, como Dios, que inventarlo.

Y puesto que los senderos del balón son inescrutables, la reciente estancia de la Selección en tierras leonesas ha provocado un guirigay inédito, debido a la pitada continúa con que se obsequió al defensa culé Piqué, ese jugador que tiene cabeza de apóstol y una sonrisa como de arroz con leche. Semejante animalito de bellota evidencia un grado de inteligencia que, según distintas valoraciones, oscila entre lo escaso y lo insignificante. Por ello, aprovechando la celebración de los últimos éxitos de su club recordó con malévolo regocijo al cantante de la fiesta cumpleañera que, según su docta opinión, amuermó la temporada madridista.

Poco que objetar, aunque el tema se magnificó a causa de la silbatina de padre y muy señor mío, efectuada en plan cantautor y a grito pelao, que se tributó al monarca en particular y al país en general con motivo de la disputa de la final de la Copa del Rey. Una capullada que se ha convertido en tema recurrente y que, más que sanciones, debería hacer intervenir a la brigada antimentecatos. Una cosa llevó a la otra y dado que en la vida, igual que en El Corte Inglés, hay de todo, por primera vez en la historia un jugador nacional fue abroncado en territorio patrio. Los mismos que se reían del primer asunto se rasgaron las vestiduras ante el segundo y las redes sociales estallaron debido al linchamiento de tan adorable gacela en las fauces del león, motejándonos de paletos con boina y rabo, orgullosos de arar a mano. Creo sinceramente que, unos y otros, deberían tomar esa medicina que se llama tolerancia.

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