EDITORIAL: Herrera pone fin al suspense político con un acuerdo que deja al margen a la UPL
Juan Vicente Herrera puso fin al suspense político y al desasosiego dentro de su propio partido al anunciar que será el candidato del PP a la presidencia de la Junta en la sesión plenaria en la que la próxima semana será investido por quinta vez, la cuarta después de haber ganado unas elecciones. La decisión, largamente esperada por los suyos y los ajenos y anunciada por el propio candidato nada más firmar el acuerdo con Ciudadanos, pone fin a casi un mes de incertidumbre sobre su futuro y de inquietud en las filas populares desatada por el propio Herrera cuando el 26 de mayo, apenas dos días después de que el PP perdiese la mayoría absoluta, se impuso un periodo de reflexión para decidir si optaba o no a la presidencia.
Finalmente la alcanzará, previsiblemente con la abstención de Ciudadanos —quizá también la del único procurador de UPL—, en la segunda votación y por mayoría simple, en una situación que no deja de ser nueva para él, ya que en el año 2001 accedió a la presidencia a mitad de la legislatura para sustituir en el cargo a Juan José Lucas y en 2003, 2007 y 2011 lo hizo con la mayoría absoluta del PP en las elecciones.
De los 31 puntos en los que se concreta el acuerdo con Ciudadanos, la mitad son relativos a la transparencia y regeneración política, nueve tienen que ver con la recuperación económica y seis con los servicios públicos esenciales. Sin embargo, al igual que en el documento propuesto por la UPL, algunas de las exigencias comprometen al Gobierno central y a Génova, en concreto las relativas a la reforma de la ley electoral general o la elección de los candidatos en primarias. De entre los que se limitan al ámbito territorial destacan la posible reforma del Estatuto de Autonomía para limitar los mandatos a la presidencia de la Junta, de las Cortes y de las instituciones propias, además de los aforamientos y la incompatibilidad de ser procurador y alcalde de una localidad de más de 20.000 habitantes. En definitiva, nada que parezca inasumible para las Cortes y el futuro Ejecutivo autonómico, que deberá, eso sí, abundar en un diálogo que debe ser extensible a todas las fuerzas representadas en la cámara.
El acuerdo con C’s deja a la UPL
—que partía con desventaja numérica y con escasas posibilidades por la oposición ejercida durante años— descolocada, en fuera de juego y desnuda del leonesismo por las condiciones no asumidas por el PP. La UPL, su actual dirección política, que pecó de inocencia, imprudencia y precipitación en la negociación del acuerdo, tiene ahora el difícil papel de justificarse ante una militancia que, cuando menos, exigirá responsabilidades.