PANORAMA
No quieren ser ministros
A lgo va mal cuando a un ciudadano le ofrecen ser ministro y rechaza la encomienda. Ministro, se decía antaño, aunque fuera de Marina y en Austria que no tiene mar. Pues en Toledo hablan de negativas y algo parecido se cuenta por Galicia. Los tiempos cambian y el personal echa cuentas y hace sus cábalas.
Debe ser consecuencia de las encuestas que pronostican malas nuevas para el PP en las legislativas. Ganaría las elecciones. Sería la lista más votada, pero no podrían formar Gobierno. Ni siquiera con el concurso de Ciudadanos. Quedarían anclados en medio de una gran frustración. Volvería a ser la hora del partido y para esa travesía mejor seguir siendo secretaria general (Cospedal) que ministra cesante.
El riesgo de perder el poder aguza las antenas de los políticos. Y eso, según cuentan, es lo que habría llevado a un político como Alberto Núñez Feijóo, un político con merecida fama de hombre sensato, a declinar la oferta presidencial para incorporarse al Gobierno. Mejor seguir en el Pazo de Raxoi que acompañar a Rajoy en el último cuarto de hora. Todas las conjeturas alrededor de una hipotética crisis de Gobierno tenían base en las palabras del propio presidente quien tras el batacazo sufrido en el 24M (PP lista más votada, pero pérdida de casi todo el poder en ayuntamientos y comunidades autónomas), anunció que estaba pensando hacer cambios en el partido y en el Gobierno.
Cambios en profundidad —puntualizó el secretario de Estado Ayllón—, nada de «chapa y pintura». En el partido los cambios llegaron. Pagó el pato el inefable Carlos Floriano, pero en relación con el Ejecutivo, no habrá crisis.
Si acaso el ajuste que aparejaría la posible marcha de Luis de Guindos a Bruselas para presidir el Eurogrupo (expectativa qué parece haberse enfriado en las últimas semanas) y la salida de José Ignacio Wert de Educación, un ministerio del que de hecho su titular lleva meses ausente y añorando París. No habrá, pues, crisis de Gobierno. Hasta cierto punto, no carece de lógica la explicación que ofrece Mariano Rajoy para justificar el cambio de planes —faltan pocos meses para que concluya la legislatura y la política económica está en rumbo—. Pero con ser eso cierto no aclara el verdadero fondo de la cuestión: la negativa de algunos dirigentes del PP a dejar sus actuales encomiendas que sienten a resguardo del resultado de las próximas elecciones. Ya digo, debe ser cosa de las encuestas. Algo va mal cuando un español declina ser ministro.