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Publicado por
Pedro Calvo Hernando
León

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L os dos grandes partidos tradicionales se dedican ahora un poco o un bastante a practicar ocurrencias de diverso tipo, que nada les sirven para disimular o corregir sus fallos, errores o fracasos. Lo de Mariano Rajoy es glorioso, pues después de cambiar de opinión siete veces en torno a la estrategia a seguir tras el 24M, se despacha con una absurda operación cosmética que daría risa si no diese pena. La ocurrencia es memorable, ya que los nombrados para el partido podrían haber sido los mismos que ya estaban, pues no se ve la diferencia. Solamente habría tenido sentido un cambio sustancial, una revolución interna, sideralmente alejada de la sonrisa, por ejemplo, del señor Casado, al que labia no le falta pero que de ahí no pasa.

Lo demás, seguir con la manía risible de meter al PSOE en el saco del extremismo, solamente por haber llegado a unos cuantos pactos con Podemos o similares, cuando esta nueva izquierda está demostrando ser muy sensata y saber ganarse la simpatía de mucha gente. Solo hay que ver a Manuela Carmena, por mencionar la figura más popular salida del 24M. Los nuevos están aprendiendo incluso a pedir perdón por sus fallos y meteduras de pata, no pocas, ciertamente, cosa que en el otro bando ni supieron nunca ni saben hacer ahora. De verdad que lamento tener que decirles cosas así, pero es que se hacen acreedores a ello.

Y en cuanto al PSOE, la enorme bandera tras Pedro Sánchez, en ese acto de arranque de su candidatura a la presidencia del Gobierno, eso no se le ocurre ni al que asó la manteca, hombres de Dios. Quiero pensar y pienso que la ocurrencia no ha sido de mi tocayo Pedro, sino de alguien de su equipo. Lo digo porque hace años que yo conocía a Pedro, ambos tertulianos en no sé qué televisiones, y siempre me pareció una persona inteligente, mesurado en el hablar y en el juzgar. De modo que ahora salimos presumiendo de bandera española, bicolor, claro, para demostrar quizá que ya no son un partido republicano, o tal vez para mostrar distinción frente a no se sabe quién. ¿Necesitaban defenderse así de las procacidades esas de que los socialistas se han entregado a los partidos radicales y hasta independentistas? Claro que no. Basta con respetar la bandera con naturalidad, como los demás símbolos de unos o de otros, pero nunca darle a nadie banderazos. Pero en fin, el discurso del candidato a presidente me pareció mucho más sensato y presentable que tantos del otro lado. No vaya a pensar alguien que los mido por el mismo rasero.