Diario de León
Publicado por
CAMINO GALLEGO
León

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E saú tenía hambre y ante eso las primogenituras o los títulos no valen nada. Por eso él fue a lo seguro y prefirió un plato de lentejas. Pero es que la UPL (tal vez debería cambiar sus siglas por DPL, o Desunión del Pueblo Leonés, que es lo que han logrado en la última década) cuando por fin puede tener la sarten por el mango no logra sujetarla.

La UPL nació como fruto del hartazgo leonés hacia una Comunidad que siempre se han creído que era un todo, en lugar de la unión (de conveniencia para alguno) de dos reinos históricos. La UPL que se enfrentó a quien hiciera falta para dejar constitucionalmente clara que se trataba de dos pueblos singulares en igualdad de condiciones y por ello se exigió —y los tribunales le dieron la razón— que la denominación tenga una y griega que no puede soslayarse. Esa misma UPL que convocaba manifestaciones multitudinarias, que hacían temblar a los mandamases vallisoletanos. Esa misma UPL que comenzó a desintegrarse al aceptar una cuota de poder que realmente sólo fue para mayor gloria y pecunio de sus mandatarios, porque nunca se tradujo en beneficio alguno para el pueblo leonés. Esa UPL que estuvo a punto de desaparecer del mapa local por los continuos enfrentamientos entre sus dirigentes, con el único objetivo de ser interlocutores y que como tales se les pagaran —en el auténtico sentido de la palabra— los servicios prestados. Esa UPL venida a menos, que en las pasadas elecciones sólo consiguió 19.046 votos que le han servido para lograr un diputado en las Cortes de Valladolid. Y ese diputado es el que necesita Herrera, pero para que no se le suba la UPL a las barbas ya pactó con C’s para asegurarse la investiduda. Y luego, se supone que recurrirá a los leonesistas cuando los de Rivera no estén por la labor en casos concretos.

La UPL, cuando todavía creía que Herrera le necesitaba, escuchó sus propuestas y se las iba a trasladar hoy a su concejo abierto para que decidiera. Ahora ya no tendrá que hacerlo, pero pueden aprovechar la convocatoria para ponerse de acuerdo en no ceder a las presiones del presidente comunitario en el futuro, a menos que se obtenga la concesión por escrito de algo realmente necesario para León y que pueda ejecutar la propia Junta, sin intervención del Gobierno, como la tomadura de pelo de propuestas que había aventurado al principio. Porque tenemos hambre, pero estamos acostumbrados a quedarnos sin lentejas.

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