¿Cuna o cáliz?

S iempre me llamó la atención los lemas que suelen aureolar los escudos de otras poblaciones en resalte de su valor o bravura, del tipo ‘muy noble y muy leal villa de…’; ciudades ‘insignes’ o ‘excelentes’ por este o aquel pasaje en contraste con el aparente desamparo en el que se encuentra el nuestro, el león un poco solitario, rasguñado y muy jijas en algunas representaciones que le muestran bien marcado el costillar. Aunque eso le da también cierto empaque de hidalguía añeja, tanta que no precisa de título alguno, viejo reino del que todos lo demás se nutrieron hasta dejarlo en el puro chasis. Nuestra historia es tan extensa que se arrama , hay demasiada ropa en el arcón, un día de estos habrá que subir al desván atestado de trastos y poner orden, nos decimos, pero da pereza y las escaleras son estrechas y hasta peligrosas. Alguien, de todos modos, se armó de valor cierta vez e hizo limpia, y como en alquitara de hollejos destiló una expresión que logra condensar en sí misma el significado último de aquel Estado medieval y de su cabeza, y es histórica la cosa, y comprobable en documentos, y especialistas extranjeros —hasta que no lo han visto fuera no lo hemos valorado nosotros— lo estudian y proclaman. León, cuna del parlamentarismo .

Cualquier ciudad del mundo civilizado daría íntegra su recaudación de la zona azul por poder lucir esa credencial. Cualquiera, por tener a la mano un panteón con las tumbas de los reyes y una historia ante la cual Juego de tronos parece protagonizada por gallifantes. Ese pasado, bien gestionado, debería constituir una amplia despensa de futuros —futuros imaginativos, basados en la razón, el sentido común y el sano orgullo social—. Un cabal recuerdo, un abolengo fuente de relatos integradores —siempre puesto en cuarentena más allá de Cea— que ahora, intuyo, quieren ocultar bajo los floridos cortinones de la leyenda. Mito en lugar de historia. Fábulas de Esopo en vez de sólidas bases institucionales para los proyectos en común que podrían venir. ¿Cuna o cáliz? Esa es la cuestión. La increíble historia del reino evaporado. León, ciudad milagrosa que no es de este mundo, a medio camino entre Camelot y la isla de san Barandán.

León, el copón.