EL RINCÓN
Cuando hay esposas coraje
C uando las mujeres defienden a sus cachorros o a sus maridos son difíciles de contener. Hablo de las madres de la Plaza de Mayo, pero podría referirme a la mujer del alcalde de Caracas, Mitzy Capriles, o Lilian Tintori, esposa del opositor Antonio Ledezma, que han estado por España para llamar la atención sobre sus maridos arrestados y encarcelados por el sátrapa Maduro, acusados de «conspiración».
Cuando los totalitarios se encuentran con alguien que no les aplaude y, encima, piensa de manera diferente, descubren enseguida que se trata de un conspirador. Y lo encierran.
Mitzy y Lilian llevan a cabo una intensa labor exterior para evitar que sus maridos desaparezcan en el interior de Venezuela, y el término desaparecer, en el país con más asesinatos diarios del mundo, no es ningún eufemismo.
Se han entrevistado con el presidente del Gobierno, la alcaldesa de Madrid, la presidenta de la Comunidad, con Felipe González, José María Aznar y Pedro Sánchez.
Su misión no es sólo intentar que no se prolongue la persecución arbitraria a sus maridos, sino difundir la situación de falta de libertad que existe ahora en Venezuela, el caos administrativo y económico, y la arbitraria autoridad del Régimen totalitario, disfrazado de Democracia.
Las esposas coraje se intentaron entrevistar con Pablo Iglesias, pero no pudo recibirlas. Tampoco le hace falta.
Si alguien conoce de primera mano la situación que se vive en Venezuela es el señor Iglesias Turrión, que ejerció en tiempos de turiferario de Chavez y de Maduro. No le iba a contar nada que no supiera.
Al margen de esta reparable ausencia, las esposas coraje continúan su periplo. No llevan armas y carecen de divisiones, pero en Argentina un grupo de 14 mujeres ayudó a que cayera la dictadura.