Diferencias enquistadas

P odía pensarse que, tras amainar la tormenta desatada a raíz de los resultados del 24 de mayo, las relaciones entre la Junta de Castilla y León y el gobierno de Mariano Rajoy se habrían reconducido, sobre todo después de que Juan Vicente Herrera disipara sus dudas y decidiera afrontar un nuevo mandato. Pero lo cierto es que no habían pasado ni 24 horas desde que tomara posesión el nuevo gobierno de Herrera y la Junta ya se estaba desmarcando del límite de déficit fijado por el ministerio de Hacienda para 2016. Las divergencias con el ministerio de Cristóbal Montoro fueron continuas durante toda la anterior legislatura, ya fuera en todo lo relacionado con el déficit y la financiación autonómica como en la polémica reforma local que lleva el apellido del ministro. Las han tenido tiesas y de todos los colores con Montoro, unas veces la consejera de Hacienda, Pilar del Olmo, otras el consejero de la Presidencia, José Antonio de Santiago-Juárez, y en ocasiones el propio presidente Herrera, quién montó en cólera cuando supo que el ministro había encargado elaborar unas balanzas fiscales que después han quedado a recaudo en un cajón de algún despacho ministerial.

Ahora la Junta vuelve a estar en desacuerdo con el límite de déficit fijado a las comunidades autónomas y lo ha dejado patente con una abstención con la que vuelve a marcar su propio territorio. Mientras tanto, la solución a la madre de todos los conflictos, el de la minería del carbón, no avanza ni al ritmo exigido ni en la dirección más adecuada. El reciente acuerdo con las eléctricas para quemar determinado cupo de carbón autóctono no deja de ser un parche para aliviar una situación angustiosa. Y el adelanto en las prejubilaciones, otro paso adelante para ir acelerando la liquidación del sector impulsada por el ministro José Manuel Soria. Por esta última vía se solucionará más pronto que tarde el problema laboral, pero ¿qué será de las comarcas mineras el día, cada vez menos lejano, en que deje de extraerse carbón? Da la impresión que entre la Junta y el gobierno Rajoy las cosas siguen igual de enquistadas que antes del 24 de mayo. Y si es así en el ámbito institucional, en el seno del partido el ambiente se ha enrarecido aún más con el desembarco como vicesecretario de Organización del zamorano Fernando Martínez Maillo. Aunque el nombramiento de Rosa Valdeón como número dos de la Junta estaba previsto mucho antes, las circunstancias se prestan a interpretarlo como una reacción de Herrera para reafirmar su autonomía ante el aparato de Génova.

Lanzada la precampaña de las próximas elecciones generales, todos están llamados a cerrar filas. Pero después, la guerra se presiente inevitable.