EDITORIAL: Nueva era para la sociedad del lúpulo y los cultivadores

Hopsteiner, la multinacional estadounidense con fuerte implantación en Alemania, está a punto de cerrar la compra de la Sociedad Anónima Española de Fomento del Lúpulo. Si definitivamente se concreta la operación, y todo apunta a que será así, lo hará a razón de 7,25 euros la acción y pagando a Cerveceros de España, que agrupa a ocho grandes productores, la cantidad exacta de 2.001.000 euros. De esa manera controlaría ocho de las diez participaciones en la sociedad, ya que el Grupo de Cultivadores de Lúpulo retendría las otras dos, una vez que la SAT renunció a aumentar del 16% al 36% su parte, a lo que tenía derecho cuando se abrió la reestructuración societaria.

El cultivo del lúpulo se implantó en León —y en otros lugares del país, donde su presencia es ahora sólo residual— a mediados del siglo pasado y se desarrolló especialmente en la ribera del Órbigo, donde se conserva la única planta de recepción y tratamiento, redimensionada hace sólo unos cuantos años sobre el mismo espacio en el que un día se levantó uno de los emblemas del desarrollo agrícola de esta tierra. Hoy la provincia sigue produciendo algo más del 98% del lúpulo de todo el país, pese a que la superficie de cultivo se redujo de manera considerable por la falta de relevo generacional y la dificultad, en la práctica y en la rentabilidad, que añade la explotación sobre pequeñas parcelas.

Hopsteiner, que debería hacerse cargo ya de la próxima cosecha, llegará acompañada de una redefinición de las relaciones con los cultivadores, rígidamente estructuradas sobre cupos y precios cerrados por contrato, pero también de la convicción de afrontar una modernización del sector desde el cultivo a la entrega, y sobre todo en el proceso intermedio del secado. Pero, además, probablemente permitirá ampliar la superficie de cultivo y las variedades. Y es ahí donde hay una oportunidad.