Diario de León

La ética obliga también a los universitarios

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En el país donde la picaresca es la reina, está en el ADN de los españoles desde que nacen, la ética tiene dificultades para hacerse también un hueco en la vida académica de los universitarios. Copiar en los exámenes, o intentarlo, plagiar un trabajo, suplantar la asistencia a un seminario o a un curso obligatorio son prácticas asentadas en los campus, aunque las nuevas tecnologías han puesto coto en los últimos años a estas costumbres de algunos con programas vigía.

A partir de ahora, los límites en la Universidad de León quedarán bien marcados, los alumnos que se matriculan por vez primera y los que siguen sus estudios tienen que firmar la denominada declaración de honradez académica. Un trámite inherente a la propia matrícula del que ya es imposible zafarse. El documento compromete a cada estudiante que lo rubrique a no copiar en los exámenes, también a no plagiar trabajos con el famoso corta-pega. Si lo hacen, a pesar de este compromiso ético, saben ya de antemano que de ser descubiertos se enfrentarían a infracciones tipificadas que pueden conllevar hasta la inhabilitación temporal o perpetua o, incluso, la expulsión.

Y es que ser universitario no es sólo formar parte de un aula, acudir a las clases y hacer los exámenes, este sello obliga a cuestionarse asuntos, comenzar a pensar con criterios avalados, reflexionar y tener curiosidad permanente por lo desconocido para atesorar aprendizaje. También obliga a ir construyendo los principios del camino de la vida, la ética de las decisiones. Las trampas son atajos que no siempre llegan al destino más rápido, tampoco mejor.

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