Diario de León

LA GAVETA

Más berciano que nunca

Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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H e visto al Bierzo más berciano que nunca. Lo he olido, mirado, abrazado, escuchado y entendido. Un poco más. Los bercianos han ido construyendo un Bierzo nuevo en los últimos años y muchos no nos habíamos dado cuenta. Lo han hecho a su aire, civilmente, sin contar tanto con los políticos. Aunque los políticos han ayudado lo que han podido. Políticos de todos los colores. En el Bierzo lo que manda, une y define, por encima de todo, es el amor a la comarca. Aunque la comarca, en realidad, es una región, una pequeña región dividida en pequeñas comarcas fluviales.

En estos días he visto al Bierzo viviendo una revolución humilde, pero que planta cara a la desdicha, a la despoblación, a tantas malas noticias que circulan por los cementerios industriales, por los fracasos mercantiles, por la sacrificada supervivencia de tantos servicios. He visto al Bierzo defenderse con gracia, con estilo; hasta dando la impresión de que hay progreso. Tal vez las cosas no son tan dramáticas como hace un año. O tal vez sí. Pero los bercianos se están salvando de la tristeza y del pesimismo de dos modos: el de siempre, es decir, sonriendo con valor ante el oscuro panorama; y el nuevo, que es el bercianismo. Un bercianismo más social y cultural que político. Como un afianzarse desde la verdad de la región. Desde su historia y monumentos, desde sus montañas, valles, cultivos, alimentos, poetas, ríos y lagos. Esa llamada raigal es, paradójicamente, la misma que lleva a muchos bercianos a buscar su futuro en otras tierras. Porque nunca se van del todo.

El berciano nunca rompe con ese misterio y por eso no tiene nostalgia: sigue estando siempre en el Bierzo, de alguna forma. O de muchas. No es asunto para presumir ni para ser criticado: sencillamente es así. La hoya feraz y verde, los ríos caudalosos que bajan de las aguas cantábricas, y los más modestos que provienen de los montes de León, llevan al Sil el magma de la esperanza y del dolor, del tiempo y de la ilusión, de la memoria y de los empeños nuevos, incluso de los disparatados, que de todo hay. Los ríos son los grandes hermanos de los bercianos, eternamente vivos y sugerentes, hablándonos siempre. A propios y a extraños. A caminantes y a soñadores.

El Bierzo del milenio nuevo es más berciano que nunca. Ha rebrotado, de otra manera, lo que parecía honesto telón de fondo, entre folklórico y rural. Ahora lo berciano está sabiendo hacerse urbano, hacerse actual en medio de las dificultades. Trascender, dejarse ver y sentir fuera de sus límites geográficos. El Bierzo está sabiendo encontrar su nuevo lugar en Iberia. Pequeño pero irreductible. Arraigado y universalista a un tiempo. Hasta la Deportiva ha puesto la bandera del Bierzo en su camiseta. El Bierzo, en resumen, es una hermandad y una memoria. Y eso es siempre cálido y moderno.

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