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Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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P ara sobrellevar los pesares cotidianos suelo acudir con regularidad a Amor Verdadero , un establecimiento con mucho encanto que desde el romántico paseo de la Condesa consigue poner en valor el eterno matrimonio de conveniencia entre el queso y el vino. Y así, entre bocados gourmet del queso que elabora la Cooperativa Vega Esla y tragos de un vino con tanto ritmo y melodía como es el chispeante casis, hablo con Miguel y la guapísima Susi sobre el maltrato a los animales, un tema ante el cual mi capacidad de asombro e indignación no tiene límites. En una estrategia que parece diseñada por Satanás, y tal como informaba nuestro periódico en días pasados, hasta 140.000 seres inocentes son abandonados cada año en el país y condenados, por tanto, a un penoso futuro. Entre las verdades absolutas referidas a la condición humana de los españoles, destaca sin duda la psicopatía demencial con que se trata a unas mascotas que deberían ser, por decencia y empatía, nuestros mejores aliados sentimentales.

Sepan que cada año se asesina a 50.000 galgos y podencos, ante la indiferencia de las autoridades. Sórdida masacre en la que no se incluyen las muchas ignominias perpetradas en nombre de la tradición. Por ejemplo, el repugnante y sanguinario «arte del toreo». Ante tan terrible realidad, toda explicación ni siquiera viene a cuento. Pero sí conviene resaltar la barbarie tan especial que se aplica a los galgos, los perros que por sensibilidad, delicadeza y cercanía más se asemejan a la raza humana. Como no quiero revolverles el estómago, obviaré los espantosos detalles de tamaño exterminio. Los que sobreviven y son adoptados, como en su caso ocurrió con la preciosa Frida, ofrecen un rosario de contraprestaciones en forma de amor incondicional, fidelidad y una gratitud eterna. Así que no lo duden, pongan un galgo en su vida.