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EDITORIAL: GP de La Bañeza: un ejemplo y una buena razón para volver

Publicado por
León

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Hace mucho tiempo que el Gran Premio de La Bañeza, que ayer vivió su edición número 56, se consolidó como una cita obligada para los amantes del motociclismo. Desde décadas atrás, pilotos y aficionados de todo el país e incluso del extranjero acuden cada mes de agosto para participar o asistir como espectadores a una prueba de motociclismo de enorme singularidad y autenticidad. La carrera de velocidad más genuina del calendario español, ya la única que se disputa en circuito urbano —un periódico importante la calificaba hace unos días como el «Montecarlo de las motos»—, cerró ayer dos días intensos de auténtico motociclismo por las calles de la ciudad con 130 pilotos y tres categorías abiertas a la competición. La prueba, que a lo largo de su historia tuvo protagonistas de la talla de Ángel Nieto, Miralles, Aspar, Hernández y Read, no sólo devuelve a los nostálgicos a los tiempos heroicos del motociclismo, sino que tiene el doble valor de mostrar

cómo era y cómo es este apasionante deporte. Un lujo para una ciudad y un premio para los muchos entusiastas que agrupa el Moto Club Bañezano, un ejemplo de tenacidad y criterio al organizar una carrera tan compleja. La ciudad y el motociclismo en general tienen una deuda enorme, seguro que impagable, con el grupo que capitanea José Luis Falagán, que sin embargo no ha podido ver cumplido su otro gran sueño: el de la construcción de un circuito permanente de velocidad históricamente demandado. Sigue siendo, por muchas razones, entre ellas la estratégica ubicación geográfica, un proyecto viable y quizá posible en otro escenario económico. Los 60.000 moteros que moviliza la carrera así lo creen y lo reclaman. Ninguna otra manifestación del tipo que sea reúne a tanta gente en una provincia y en una ciudad que tienen en agosto una cita ineludible para volver cada año. Con todo lo que eso supone.