LA VELETA
Tontos en vísperas
P ancracio Celdrán, doctor en Filosofía y licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas, tiene 15 libros publicados y es, sobre todo, un gran divulgador que ha enseñado en Universidades de Estados Unidos y de Oriente Medio, entre otras. Autor del Libro de los elogios o de El gran libro de la historia de las cosas , el que más me ha interesado es El gran libro de los insultos que recoge nada menos que 10.000 entradas y que es recomendable tanto para salir de los insultos habituales como para saber qué es lo que llamamos a otros. Si alguien insulta, al menos que lo haga con propiedad.
No es lo mismo llamar a uno hijo de p..., que decir, admirativamente: «¡que gran hijo de p... eres! Cuestión de entonación. «Entre los que le gustan especialmente a Celdrán está el de «menerre» (inútil) o «avefría» (alguien demasiado calmoso o tardo a la hora de hacer lo que se le manda). Uno que me parece apasionante y que no me voy a reprimir de utilizar es el de «tonto en vísperas», atribuible a quien sin ser gilipollas ya apunta maneras. Este verano, los políticos están más callados que nunca, no sabemos si de vacaciones o preparándose para el otoño. Por eso, tal vez hay menos tontos en vísperas, aunque algunos son pertinaces. Como los que han quitado el busto del rey Juan Carlos en el salón del ayuntamiento de Barcelona. Cada vez que se habla de la Iglesia Católica, por ejemplo, surgen tontos en vísperas por todas las alcantarillas. La última ha sido con la acogida del Papa Francisco a los divorciados, que muestra una sensibilidad especial por ellos y les deja su lugar dentro de la Iglesia, pero no cambia nada de la doctrina oficial. O los que, incluso en aldeas y pueblos, están poniendo todo su celo en que los cargos públicos no asistan a procesiones o ceremonias religiosas populares.
Lo mismo sucede con la promesa o juramento de los cargos, donde algunos han hecho méritos inenarrables para ganarse el calificativo de tonto en vísperas o con el cambio de nombre de las calles, hecho sin ningún rigor, y provocando gastos inútiles a los ciudadanos que viven en ellas, sin ni siquiera consultarles. O con esa idea de cargarse el turismo, poniendo tasas a los que vienen a España a gastarse su dinero, como si no fuera nuestra primera industria. Con los toros sucede otro tanto de lo mismo, cuando hay una ley que los protege, pero ni un duro de los Presupuestos del Estado para promocionar la fiesta y cuando los toros dejan en las arcas del Estado más IVA que toda la actividad cultural junta. Tontos en vísperas los que eliminan los toros de las fiestas populares y los que protegen la fiesta nacional por ley, pero luego no hacen nada para apoyarla.
El último tonto en vísperas de este verano es Supercat el nuevo superhéroe independentista al rescate de Cataluña (¿de quién hay que rescatarla?), promovido por grupos cercanos a ERC. Viste de licra, usa antifaz, barretina, una estelada como capa, calza espardenyes y provoca sacudiendo su butifarra. Queda mucho verano y mucho tonto en vísperas haciendo el máster.