Seguir de pobres

E l Fondo Monetario Internacional es más sincero que los nacionales o quizá tenga más buen fondo. En un alarde de sinceridad ha confesado que el crecimiento de España ha tocado techo y no se ha roto la crisma de milagro. Se acabaron los caramelos del agobiado señor Rajoy y de otros mercaderes de nubes. Hay lo que hay y como hay muy poco es preciso rebajar las previsiones económicas del Gobierno. No es traidor el que avisa, pero puede ser un cabrón de mucho cuidado que tema darse con los leños en la techumbre si sigue aumentado su estatura. Para que tengamos mucho cuidado incluso al estornudar, el FMI nos profetiza que el paro no descenderá del 16% antes del 2020, cuando seamos muchos los que nos habremos convertido en unas cuantas flores amarillas. Cinco años de espera son demasiados, aunque el tango diga que veinte no son nada

El fondo, que tiene muy poco que ver con la superficie, sigue alabando las reformas gubernamentales, que están contribuyendo a la recuperación en la misma medida que desesperan a los contribuyentes. Nadie puede durar más que su paciencia, por mucho que tarde en agotarse. No nos podemos fiar de las promesas y menos si las hacen gentes de poco fiar, pero cuando son a tan largo plazo nos traen sin cuidado. Mejor para vosotros, decimos los que tenemos descendientes, aunque sepamos por Ramón Gómez de la Serna que los sonajeros y los hisopos se parecen demasiado. A pesar de todas las reformas estructurales de nuestra economía, el desempleo, que no es sólo nuestro primer problema sino nuestra máxima humillación, se mantendrá, al menos, en el 14,8 durante un lustro. Es bueno que nos lo avisen, aunque nos produzca escalofríos ahora que sigue el calor y media España ha huido hacia el mar. Vamos a seguir de pobres. También con el agua al cuello.