EDITORIAL: Control con las especies foráneas
La aparición de un singular pez en el río Torío en las proximidades de la capital sólo tiene una explicación posible que pasa por la acción irresponsable de una persona o personas que voluntariamente lo liberaron en sus aguas. El problema es que un caso tan llamativo como éste ni siquiera es un hecho novedoso. Con relativa frecuencia se localizan animales que han sido liberados en espacios que no les corresponden de manera natural, lo que genera unos conflictos graves en los ecosistemas con unos efectos incontrolables. Las autoridades deben vigilar y perseguir el tránsito de especies foráneas y penalizar especialmente a quienes las liberan generando unos daños impredecibles.
