Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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P or mera justicia poética, y al igual que aquellos antiguos romanos del pasado que llegaron, vieron, vencieron y construyeron, es costumbre obligada entre nuestras gentes la de pasear a los forasteros por este fascinante solar leonés que presenta una exquisita puesta en escena gracias a sus fachadas ataviadas de piedra y de años. La excelencia del producto convierte a León, la bien tallada, en la mejor tarjeta de presentación de una capital que ha sido testigo de todos los tiempos. Y así, caminando entre estampas fervorosamente clásicas y plenas de un hechizo costumbrista, me acerco con unos familiares llegados desde tierras catalanas hasta la cripta de Puerta Obispo, ubicada justo donde se encontraban, muchos siglos atrás, las termas legionenses que procuraban placer y bienestar a los legionarios que impusieron una autoridad universal y, tras establecer la Pax romana en el noroeste de la venerable Hispania, fundaron una ciudad, la nuestra, que aún respira un aire del pasado y nos lo devuelve puro y añejo al mismo tiempo.

Su filosofía de vida y el gusto por el detalle se hacen patentes en las termas que evidencian toda la gloria y el poder de un imperio que luchó por extender su misión civilizadora. Unas obras trazadas para ser eternas y cuya explicación turística corresponde a la guapa Ángeles Prieto y a José Antonio Villayandre, más listos ambos que el inventor del mechero. Haciendo uso de sus mejores credenciales, la simpatía y el saber estar, te llevan con la palabra a imaginar aquel recinto de ocio a la romana, cuyos efectos terapéuticos aún se pueden palpar en el tecnológico siglo XXI. La potencia culta y refinada que fue Roma cobra nueva vida gracias a estos profesionales que tienen suficiente ring para recrear, a ojos del visitante, una de las glorias de esta ciudad capaz de mejorar con el paso de los años.

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