EDITORIAL: La ecuación imposible de las nuevas jubilaciones

La ecuación de la viabilidad del sistema de pensiones se plantea cada vez más difícil. Los nuevos jubilados tienen mayor esperanza de vida, pero además los que se incorporan perciben prestaciones mucho más altas que los que fallecen. La previsión es que la tendencia de la tasa de sustitución evolucione de forma alarmante: durante los próximos años comenzarán a jubilarse los nacidos en los años 60, el baby boom, que además han tenido vidas laborales largas y sueldos más altos. La cuenta de las pensiones irá por tanto encareciéndose cada vez más.

En el otro lado de la balanza, el colectivo de trabajadores que tienen que sostener la hucha de las pensiones ha ido disminuyendo en los últimos años. Quienes ahora se incorporan al mercado laboral lo hacen con empleos precarios y salarios a la baja. Y la misma dirección tienen por tanto sus cotizaciones. Gastos crecientes, y mucho, frente a ingresos menguantes.

Las reformas iniciadas por el Gobierno en 2011 (retraso en la edad de jubilación, ampliación del período de cotización con el que calcular la pensión, límites a la revalorización anual) son parches que no lograrán frenar la sangría del Fondo de Reserva de las Pensiones, que ha adelgazado a la mitad en apenas cuatro años.

Pese a la llamada a la tranquilidad que ha realizado este fin de semana Mariano Rajoy, el debate sobre el futuro del sistema se plantea ya irrenunciable. Al margen de los interminables calendarios electorales, la población sigue envejeciendo. Y quiere tener garantías sobre su futuro.