Diario de León

TRIBUNA

Los Presupuestos del Estado para 2016

Publicado por
Enrique Javier Díez Gutiérrez Profesor de la Universidad de León
León

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E l PP vende unos Presupuestos Generales del Estado para 2016 basados en dos obvias falsedades: el crecimiento económico, porque solo parece que es para la gran economía, y la supuesta consolidación fiscal, porque esa consolidación se basa en el recorte y desmantelamiento de los servicios públicos y el Estado Social.

De los 28 países de la Unión Europea, sólo hay dos (Grecia e Irlanda) en los que el PIB ha caído más durante la crisis. No es casualidad que los países que más políticas de austeridad han aplicado estén en los últimos puestos (Grecia, Irlanda, España, Portugal, Chipre e Italia). Y, claro, desde el fondo de un pozo siempre es posible presentar cualquier ascenso como una gran escalada.

Y aun así, el escaso crecimiento del PIB, se debe a causas externas: la depreciación del euro, el menor precio del petróleo, la afluencia de turistas que no van al norte de África por su situación inestable, etc. Mientras que las políticas internas del PP de contención de los salarios y prestaciones sociales lo que ha conseguido es deprimir la capacidad adquisitiva de la mayor parte de la población, que se ve obligada a endeudarse aún más (en el primer trimestre de 2015 el endeudamiento de hogares e instituciones sin ánimo de lucro ha aumentado en 7.423 millones de euros). En empleo estamos lejos de los niveles que se encontró Rajoy al llegar y extraordinariamente lejos de los niveles anteriores a la crisis: hoy día hay 436.500 ocupados menos que hace justo 4 años, y 290.000 familias más con todos sus miembros en paro.

El problema añadido es la intensa y generalizada precarización del mercado laboral. En primer lugar, la inmensa mayoría de los nuevos contratos son temporales: si en 2008 la media era de 78 días, en la actualidad es de 54 días; y ahora se registra el doble de contratos de un día de duración que en 2008. En segundo lugar, el número de contratos a tiempo parcial aumenta a ritmo vertiginoso: actualmente hay 230.100 ocupados a tiempo parcial más que hace justo 4 años, cuando había menos ocupados en total. En tercer lugar, los salarios de los nuevos empleos son ridículos: la mitad de los nuevos contratos producidos entre 2007 y 2013 tienen un salario por debajo de los 978 euros, algo que no ocurría desde hace 20 años, y el 61,3% (20 millones de españoles) ganan menos de 1.200 euros al mes y casi 7 millones no ingresan nada.

Y, en cuarto lugar, los nuevos contratos disponen de menos derechos laborales, debido a las reformas laborales del PSOE y el PP (Zapatero abarató en 2010 el despido objetivo y Rajoy en 2012 abarató el despido improcedente). Con estas reformas, hemos avanzado hacia el «despido libre», porque la única diferencia entre contratos de carácter temporal e indefinido es la cuantía de la indemnización y Rajoy creó en 2012 la figura de los indefinidos «de apoyo a los emprendedores», con un periodo de prueba de un año durante el cual el empleador los puede despedir sin más y sin indemnización.

Si a esto sumamos que los nuevos empleos se registran mayoritariamente en los sectores de bajo valor añadido, que la brecha salarial de género sigue creciendo y es una de las más altas de la UE, que el porcentaje de clase trabajadora pobre no deja de aumentar (12,3%: más de dos millones de personas) y que los que no tienen empleo también empeoran (sólo el 48,6% de los parados tienen algún tipo de prestación), podemos concluir que estos PGE 2016 consolidan un nuevo paradigma laboral en nuestra economía: el del empleo precario y el de los trabajadores pobres incluso con empleo.

De esta forma, podemos comprobar cómo las políticas de los sucesivos gobiernos del PSOE y PP han sustituido el empleo de calidad por empleo precario y de baja calidad, a pesar de la propaganda preelectoral del gobierno para dar una imagen contraria que no convence a nadie, excepto a los suyos.

En cuanto al presupuesto destinado a gasto social en estos PGE 2016 es el 53,5% del total, cuando antes de que el PP llegara a la Moncloa este porcentaje era del 58%. Gasto que proviene de lo que recauda el Estado por impuestos (IRPF, IVA, impuestos especiales y cotizaciones sociales) de todos los asalariados, parados y sus familiares dependientes (50%). Es decir, se le «devuelve» a la clase trabajadora el dinero que ya se le recaudó antes en forma de prestaciones sociales, mientras que el PP ha reducido el tipo impositivo del Impuesto de Sociedades en 5 puntos porcentuales. Es decir, lo que queda del «Estado de Medioestar» lo seguimos pagando la clase trabajadora.

Pero el problema es que el gasto social es absolutamente insuficiente: hoy existen 770.400 hogares que no tienen ningún tipo de ingresos, el 16,1% de las familias tiene mucha dificultad para llegar a fin de mes, el 42,4% de las familias declaran no poder afrontar gastos imprevistos de 650 euros, el 28,3% de la población está en riesgo de pobreza…, mientras que las principales partidas destinadas a Educación, Sanidad, Dependencia o Cultura no compensan ni de lejos los recortes que desde 2011 ha llevado a cabo el PP.

Nos encontramos, por tanto, ante unos presupuestos que siguen primando el pago de los intereses y la deuda a los bancos alemanes y franceses, frente a los servicios básicos que garantizan el bienestar de la mayoría. Unos presupuestos que consolidarán el empobrecimiento para el 99% y la continuidad del saqueo para ese 1%. Unos presupuestos para 2016 que no van destinados a reactivar la economía, ni a crear empleo, ni a garantizar los servicios públicos esenciales. Son unos presupuestos que no servirán para salir de la crisis y que seguirán profundizando un modelo económico cada vez más desigual y empobrecedor.

En una época de profunda crisis económica como a la que asistimos, donde se produce un fuerte ajuste en el sector privado, desde el sector público se debe impulsar la reactivación económica mediante una potente creación de empleo público (trabajo garantizado) y un aumento de la capacidad adquisitiva de la población, lo que crearía las condiciones económicas necesarias para impulsar la reactivación de la inversión. Justo lo contrario que impulsa el PP con estos PGE 2016.

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