Diario de León

FRONTERIZOS

La deforestación de la cultura

Publicado por
miguel á. varela
León

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E n un reciente artículo sobre la deforestación de la lengua a causa del monocultivo, J.J. Millás explica cómo la reducción del lenguaje estrecha el campo de la visión y reduce el del pensamiento con un ejemplo estremecedoramente certero: «los tractores que esquilmaron impunemente la Amazonía no sólo acabaron con un ecosistema, sino con multitud de lenguas a través de cuya óptica se comprendía la necesidad de mantener intacta esa reserva».

Si la lengua sufre este dramático proceso de  empobrecimiento, es explicable que soporten el mismo o peor trato las ramificaciones artísticas a las que, para generalizar, hemos llamado «cultura». Y ese proceso de postergación de la cultura, entendida como herramienta para re-conocernos en el otro, provoca la silenciosa catástrofe de que dejemos de entender «la utilidad de lo inútil», en otro feliz hallazgo verbal de Nuccio Ordine.

Por eso, el lunes, en Granada, una jauría de bestias apalizó a un indigente que escuchaba rock por la radio al grito de «pon reggaeton».

Por eso, en los últimos días, una pareja gay fue agredida en el centro del Madrid y otra en el recinto ferial de Almería a la voz de «maricones». Por eso, el martes, tres energúmenos golpearon con saña a la portavoz de un grupo político conservador a la puerta de su casa en Cuenca bajo la consiga de «fascista». Por eso, ahora mismo, en alguna parte, una mujer está siendo acosada, maltratada o asesinada, por un sujeto convencido de que el hombre es superior y las féminas le deben sumisión. Por eso, unos idiotas iluminados se dedican a poner dinamita en valiosas ruinas arqueológicas de una ciudad remota arropados por el lema de «Alá es grande»

La deforestación cultural debilita hasta la inanición la función empática del ser humano y fortalece la pulsión animal, intolerante, violenta, fanática. Con el desfallecimiento de la cultura, de su pluralidad y complejidad o, lo que es peor, con su transformación en mero entretenimiento industrial, vamos perdiendo, como en el ejemplo de la selva amazónica, los argumentos que explican su propia necesidad.

Una sociedad que habla mal, que escribe mal, que desprecia la cultura, no puede pensar bien, por muy alimentada o guapa que sea. Un mundo que confunde distracción con cultura se está devorando a sí mismo sin que se dé cuenta. Un desastre en el que, como ha escrito El Roto, «cada vez queda menos margen para mantenerse al margen».

Este fin de semana, en Los Barrios, al deslumbrante sur de Ciudad del Puente, se celebra Villar de los Mundos, un festival que, contra viento y marea, intenta sembrar en baldío, replantando un terreno yermo cuyo futuro sólo pasa por evitar la deforestación de la cultura.

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