Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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P odría resumirse en un solo niño el ser del mundo entero, la vida toda... y en un angelico muerto, la tragedia de la existencia y lo peor de la miseria humana.

Una playa poblada de ahogados nunca conmovió tanto como la foto de un solo niño, ese niñito sirio, Aylan, inerte y acunado por las olas con la nana de la muerte en la arena de una playa turca, a las puertas de la promisión.

El impacto de esa foto fue mundial, la tele la sirvió a la hora de comer, nos atragantamos, las redes redoblaron sus campanas... ¿quién no se mordió los labios de horrible pena o la lengua de furia?, ¿quién no ahogó lágrimas viendo a ese niñito muerto, dormidín boca abajo como tantas veces lo hizo feliz en su cuna?... y estaba tan familiarmente vestido, que parecía haber salido correteando del salón de nuestra casa.

Un niño resume la Historia.

Pero la Historia es la misma.

Días antes, otra foto de un hombre con criatura en brazos rompía el corazón a quien le echaba un ojo: un padre sirio refugiado en Beirut deambulaba por las calles con su niña dormida sobre el hombro mientras intentaba vender bolígrafos bic a los viandantes por sacarse un mísero sustento. Conmovía y desgarraba. Ese día, las redes tocaron a rebato. Dos días después se habían recaudado 90.000 euros que harán llegar a ese pobre hombre que, pese a que la fatalidad le ahorca, comenzó ese día a creer en los milagros. Le tocó. Hay miles de casos mucho más dramáticos que el suyo, pero la industria de la información (y de la caridad) es así, caprichosa... y con casting , le eligieron a él por su instantánea conmovedora... y soltando unos denarios, el mundo privilegiado tranquilizó su conciencia.

La noticia de la muerte de su crío se la dieron al padre de Aylan por triplicado: también se ha ahogado tu mujer... y tu otro crío de cinco años . ¿Qué denarios o salvoconductos aliviarán a ese hombre en su tragedia?

Estos dos casos, esta vergüenza humana, han servido al menos para estimular una ola de solidaridad internacional y crecen (¿ahora sí?) las ofertas de particulares o ciudades para acoger a refugiados. Ya era hora. Pero será poca cifra. Y para Aylan, muy tarde.

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