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León

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No sé si saben que en la URSS se prohibió Las uvas de la ira. Raro ¿verdad? Porque ¿cómo es posible que la arcadia del Gulag desaprovechara una oportunidad como la que Steinbeck le regalaba para hablar contra la podredumbre del sistema capitalista? ¿Compadreo de la política-corrupción? No, nada de eso. La única razón por la cual se censuró la novela fue que mostraba que en Estados Unidos incluso los desheredados, incluso los más miserables, los más parias de la tierra disponían de un automóvil para emprender su éxodo hacia el infierno. Me he acordado mucho de la familia Joad estos días, estos días en los que el mundo se ha dado cuenta, cientos de millones de muertos después, de que hay niños que sufren y mueren, sólo por una foto, sólo por una terrible foto que nos coloca a todos en nuestro lugar, el lugar de los condenados, aunque tras mirar de frente a lo que somos nos haya dado por llorar y avergonzarnos, y hacer el papelón de que estamos indignados. Porque, una de dos, o somos demasiado imbéciles para pensar que acabamos de descubrir de qué va esto o ya nos hemos acostumbrado a la muerte cerebral y necesitamos que, de vez en cuando, alguien nos devuelva la humanidad perdida.

Me he acordado de los Joad porque Steinbeck escribió la novela para, según dijo, poner la etiqueta de la vergüenza a los «cabrones» que habían causado la gran depresión del 39. La pregunta es ¿quiénes son los cabrones ahora? Porque una de las consecuencias de este mundo globalizado es que cada vez somos más los que tenemos mucho por lo que callar, somos tantos que nos hemos convertido en un ejército de zombies, porque es mejor pensar que no somos culpables, que, en realidad, podemos seguir viviendo con los ojos cerrados hasta que una fotógrafa nos pone delante el horror.

Dicen que si un árbol se cae y nadie lo ve es como si siguiera en pie. El estruendo nunca existió. Nada. Y eso es precisamente lo que ocurre. Cada uno de nosotros esconde su particular lienzo de Dorian Gray en el trastero de su conciencia y en momentos muy determinados lo sacamos para ver las verrugas de la degradación. Pero siempre es más fácil pensar que la culpa la tienen los demás, sea quien sea: una mano invisible, un Deus ex machina que lo provoca todo y contra el que nada podemos. El éxodo es la única historia de la humanidad, el tiempo que no se acaba nunca. Algunos, miramos.

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