Diario de León

FRANCAMENTE

Enemigo a las puertas

Publicado por
JUAN CARLOS FRANCO
León

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Ya están aquí. En Valdeorras se están aclimatando a la lluvia, el viento y hasta al acento gallego. Ya nadie duda de que llegarán. Puede que la próxima primavera, o tal vez la siguiente, pero llegarán, pues quienes tienen la obligación de ponerles freno no están por la labor. Y es que, claro, esto no se arregla con vallas dobles, alambres de espino, consertinas de cuchillas o devoluciones,—¡ya quisiéramos!—, ni en frío ni servidas en caliente. Tampoco estableciendo controles en autovías que no existen.

Y llegarán, como lo hacen todos invasores con ganas de liarla. Colándose en silencio, sin montar demasiada bulla. Camuflándose entre el paisaje e integrandose entre la población aborigen.

Su aspecto de ‘mosquita muerta’ les hará pasar desapercibidas ante los domingueros de pincho de tortilla, mantel a cuadros y saco en el bolso para regresar a casa con el cargamento de castañas de rigor. Habrá a quien les parezca simpático su único anillo amarillo y su ausencia aguijón. Habrá incluso quien llegue a pensar que ha descubierto una nueva especie de mutación de la generación surgida del apareamiento de Maya y Willy con el sargento de las hormigas en la serie.

Si es que hasta el nombre, ‘avispilla’, invita a no tomarselas en serio. Por eso, entre los que diseñan campañas y operativos a muchos kilómetros de distancia del foco del problema y con la única guía de un plano y el Rincondelvago, no habrá sonado como una gran amenaza. Porque no es lo mismo, no suena igual entre quienes pisan moqueta una ‘avispilla’ que, por ejemplo una ‘ciclogésesis explosiva’. ¡Con ese nombre ya se puede! ¡Ciclogénesis explosiva! Si es que es oír esas palabras y no es difícil imaginarse a todos los del Ministerio de turno con las orejas tiesas, mientras ordenan subir la alerta a tono naranja y rozar el rojo —cuando en realidad no es más más que un ‘chover do carrallo’ de toda la vida—.

Ahora me las imagino confraternizando con el insecto autóctono, interesandose por el mejor zoufreral o los mejores soutos en los que pasar el invierno. Velando armas para cuando vuelva la calor. Entonces no tendremos remisión. Como siempre ya será tarde, y nuestra única esperanza de salvar a nuestros sotos será que también se infecte el castaño trasplantado a la Zarzuela y la cosa se convierta en cuestión de Estado.

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