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León

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Los seguidores del «mucho más que un club» han recibido del Celta de Vigo mucho más que una derrota, pero no por ello van a independizarse de España. La culpa del 4-1 no la tuvo el Estado; ni el Gobierno central, aunque don Mariano sea gallego, accionista del Celta, socio del Pontevedra e hincha del Deportivo, además de madridista confeso. El fútbol, el amor y las elecciones tienen en común que a veces ganas y otras pierdes. Por eso, cuando Gerard Piquè dijo en su rueda de prensa «siempre deseamos que al Madrid le vaya lo peor posible» muchos lo entendimos en positivo, como si nos cantase una ranchera. A mí me pasa igual con el Barça y con el nacionalismo, por cariño me gustan que pierdan. ¿Y eso que llaman su «hecho diferencial?» Mera ocurrencia del señor Cambó, allá por 1927. Son como nosotros, somos como ellos. ¿Acaso tienen escamas? ¿Se reproducen mediante fotosíntesis? ¿Son ovíparos? No. Hombre, aquel catalán de Iguala que mandamos a Eurovisión, Chikilicuatre, tenía su punto extravagante, pero diferente tampoco; dejémoslo en rarillo. ¿Vamos a seguir recordándoselo a los catalanes durante siglos? Pelillos a la mar. Les queremos. Ellos son de Barça y nosotros de Madrid. Y ni siquiera esto es una ciencia exacta, también habrá algún catalán que sea del Celta de Vigo.

Si la política hace extraños compañeros de cama, el nacionalismo además ronca.

Que no nos digan ahora los neoprogres que la Transición fue una suma de claudicaciones. En 1978, España entera se trascendió. Y Cataluña desde entonces no ha ido a menos.

El encuentro electoral de este domingo no es un partido amistoso. Hay que ganarlo, lo que no es fácil. Ni siquiera vale el empate. Por ello, debemos valorar el gran mérito de los partidos constitucionalistas catalanes, que allí juegan en campo rival. Ahora resulta que partidarios de independizarse quieren irse pero manteniendo la nacionalidad española. Malament! Amo a vé. Desean irse pero sin devolvernos el rosario de nuestra madre y quedándose con todo lo demás. Seamos serios, en esta vida te pueden gustar el salchichón y el fuet, la zarzuela y la rumba, las bajas y las altas, pero lo que no se puede ser a la vez es madridista y culé. Eso ya, ni jarto whisky.