Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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P uesto que uno nunca acaba por acostumbrarse a los malos tragos, permítanme que la columna de hoy tenga cierto aire de responso funerario, tan acorde con el poso de melancolía que traen consigo las trincheras del gris otoño en el que ya estamos instalados. En León, desgraciadamente, la memoria es muy corta, por lo que la vergüenza del olvido casi siempre acaba por imponerse. No quiero que esto ocurra con mi amiga María Ángeles Flórez, a quien la brutal lógica de la Naturaleza se ha llevado por delante. Al final, hagas lo que hagas, normalmente acaba por atraparte el destino, algo que sucedió en 1997 cuando a Gelines le diagnosticaron una esclerosis múltiple. De golpe, los buenos tiempos se fueron para siempre sin tener ni siquiera la delicadeza de despedirse, dejando a los suyos en un trance de congoja. Su cuerpo se convirtió de repente en una prisión, otra de esas vilezas que de vez en cuando tiene la vida.

Mucho Dios fue menester para apurar semejante cáliz, solo asumible gracias al coraje de sus convicciones y de su mucha raza. Quiso la mala suerte, allá por el 2003, que Gelines se quedase tetrapléjica y se convirtiera, muy a su pesar, en una adicta al sufrimiento. Nunca se sabe de qué es capaz una persona sumida en la pureza de la soledad interior, pese a que la familia siempre estuvo a su lado en una lección para no olvidar. Y así se ha mantenido durante todos estos años, con la cabeza funcionando a todo tren en un cuerpo inservible y hasta marchito. Hasta ahora; cuando la realidad se ha sublevado definitivamente y Gelines se nos fue para siempre. Mi sincero pésame a Ángel, su esposo, su hermana María Luz y los chicos, Patricia y Emilio. ¡Qué pena y qué injusticia el final de una mujer esencialmente buena y llena de sueños en su juventud, cuando la conocí y compartí muchos de sus objetivos e ilusiones!

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