HOJAS DE CHOPO
Villa Romana
H emos vivido los días centrales de las fiestas de San Froilán, seguramente los festejos más populares y tradicionales de cuantos se celebran en la capital. Es bueno que ganen en intensidad, ajenos a la obsesión de que tales fiestas sean declaradas de interés de lo que sea. Estas obsesiones enfermizas conducen a bien poco si, como sucede con frecuencia, las declaraciones quedan sepultadas bajo la pesada losa del olvido. Y, sobre todo, si, como parece, queremos reducir nuestro futuro al turismo, con la práctica exclusión de la Junta en el programa que elaboró en esta línea de promoción, mientras las áreas industriales, incluso las prácticamente asentadas, emprenden el vuelo hacia otros lares. Peligroso y arriesgado camino el del turismo si no viene acompañado de asentamientos más sólidos, con menos gestos y menos fotografías fijas, forzadas no pocas. El entramado económico debe ir más allá.
Leo en las noticias de cada día que, aprovechando la llegada del Ave —ojo: los leoneses firmaron más de 18.000 contratos para irse fuera de la provincia—, los responsables capitalinos del asunto parece que harán pivotar el turismo sobre los ejes idiomático, gastronómico y santiaguista. Nada que objetar, que doctores tiene… Sí me gustaría, sin embargo, proponer una reflexión. Todos los proyectos, con sus necesarias adaptaciones y modificaciones, deben asentarse, al menos en buena medida, en la fortaleza y la continuidad. Me explico. Los proyectos empiezan a diseñarse para buena parte de un mandato, llega una nueva Corporación y vuelta a empezar. Y así sucesivamente. Vivimos instalados en un permanente y cambiante proyecto. ¿No será definitivamente bueno que, al menos en diseños básicos, haya acuerdos que den fortaleza y continuidad a un modelo de ciudad, al margen de tantos vaivenes y enrocamientos? No sirven ni las ocurrencias ni las disgregaciones.
Como ejemplo de posible atracción se ha hablado hasta la saciedad de poner en valor el León romano. Ahí está la realidad, a medias. Hay ciudades cercanas que, con mucha menos tradición y menos alharacas por supuesto, han construido un activo, complementario, del legado romano. ¿Por qué no continuarlo aquí hasta cerrarlo de forma correcta, concreta y atractiva?
Si de recuperaciones se ha hablado entre nosotros con insistencia, dos ocupan posiblemente un interés especial. Ahí están las hemerotecas. Los famosos bancos de la Beneficencia es una. Y sigue su deterioro. La otra, la Villa Romana de Navatejera, Monumento Nacional. Una de las primeras protecciones de yacimientos de este tipo, está relacionada con el campamento militar de la Legio VII Gemina y cuenta con mosaicos bien conservados. Cerrada desde hace más de diez años, ha pasado al más absoluto de los olvidos. ¿Por qué ese abandono? Nadie se queja, nadie dice nada. Es esta una tierra que lamenta mucho las pérdidas pero hace poco por evitarlas. Buenos días.