Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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Debo confesar que el nacionalismo de todo tipo me parece propio de mentalidades cuasi prehistóricas, valga para Cataluña, España y hasta Trobajo.

El amasijo de particularismos que distingue a cada tribu no tiene mayor valor que el de saber distinguir al tonto y al campanario que caracterizan inevitablemente a un pueblo. Pero tengo tan bajas expectativas acerca de la naturaleza humana que, después de la intensa labor de zapa educativa y un sinfín de gitanerías políticas, no me extraña el clima de euforia espiritual que ha rodeado a las elecciones catalanas, el día que se despertó la bestia y sonaron las trompetas de Jericó.

Después de un rosario de hilarantes movimientos, alborozado apoyo popular y proclamas independentistas, se ha llegado a una conclusión ya sabida: mitad y mitad ente el sí y el no. El problema es que antaño sabíamos quiénes eran los buenos y los malos, pero ahora resulta más complejo al ser una tarea en la que han fracasado los más notables talentos del país, incluyendo el estólido Rajoy y el zascandil de Mas, obcecadas ambas luminarias en perfeccionar el miserable arte de rebañar.

Los horizontes idílicos siempre tienen detractores, entre los que me cuento, aunque reconozco el derecho de cada uno a perseguir su sueño. Una posibilidad cierta sería la proclamación de Gerard Piqué como mandamás de la joven República, pese a las serias sospechas que existen sobre la adulteración en sus facultades intelectuales. No tiene la cabeza de Salvador de Madariaga, eso está claro, pero sí el ánimo fuerte de los misioneros redentoristas, requisito imprescindible para poner en marcha el procés.

Y a su lado, como primera dama en la cúspide de Piquelandia, podría figurar la monja trabucaire conocida por Sor Nocilla. Un dúo imbatible a la hora de llevar al pueblo catalán hacia la Arcadia prometida. Benditos sean.

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