AL TRASLUZ
Cuatro cosillas
E l líder de la CUP exige a Mas, para darle su respaldo a la presidencia de la Generalitat, que nacionalice la banca. Ante tal menudencia dirán los Pujol: «A nosotros, mientras no nos nacionalicen el colchón suizo». ¿Pide algo más? Exige también que se colectivice la propiedad privada, no pagar la deuda, salir del euro y mandar a Europa a bailar sardanas. Vamos, cuatro cosillas. ¡Ah, y la insumisión ante el Tribunal Constitucional! Y luego aquí llamábamos exagerados a UPL porque para dar su respaldo a Herrera, como presidente de la Junta, exigían que uno de cada tres niños que naciese en Valladolid fuese llamado Ordoño. Es broma, que me perdone mi amigo leonesista. Aquí en León de lo único que abusamos es del picante. Entre las diversas expresiones que tienen su origen en el comunismo soviético está «compañero de viaje». A CiU y a la CUP no les termino de ver caminando juntos, pues no compran la butifarra en la misma tienda. Los dos quieren que Cataluña sea una república, pero no están hablando de la misma Cataluña ni de la misma república. Por ello, consuela ver cómo otros políticos reclaman «sentido común». Lástima que algunos no puedan ir al mercado y pedir que les pongan unas lonchas del mismo; no es comestible, aunque haya quienes lo mastican hasta triturarlo. Aquí, Herrera ha reprochado al ministro Soria «falta de conocimiento y reflexión, también de sentimiento, alma y corazón», en lo relacionado con el carbón. Tales palabras no las ha dicho un impulsivo, sino alguien comedido en sus juicios y que días atrás abogaba por «el sentido común y la racionalidad». Rajoy ha proclamado hace semanas: «Creo en el sentido común de los españoles». Y el socialista Miguel Iceta: «En Cataluña haría falta una gran coalición por el sentido común». En efecto, lástima que no se venda en el súper.
Viajando con alguien es como mejor se le conoce, dice la sabiduría popular. Ya, pero con algunos viajeros ni a apañar duros a la esquina. En 1873, constituida en España la Primera República, Cartagena se declaró cantón independiente y pidió incorporarse a Estados Unidos. Y otras cuatro cosillas. Aquello acabó muy mal. Es que hay siglos en los que el sentido común es el menos común de los sentidos.