Cerrar

TRIBUNA

Las causas del drama humano de los refugiados

Publicado por
Enrique Javier Díez Gutiérrez Profesor de la Universidad de León
León

Creado:

Actualizado:

L a Organización Mundial de Migraciones calcula que, a finales de año, habrán cruzado a Europa alrededor de 800.000 personas desde África y Turquía. La ONU estima que actualmente hay 59 millones de personas forzadas a dejar sus casas en el mundo. «Gran parte de todas estas migraciones son obligadas, sea por el hambre y la falta de recursos, sea por la violencia física, la represión y la guerra: el 62% de los migrantes que llegan a Europa durante los últimos meses no huyen del hambre o la miseria, sino de las guerras y bombardeos de Libia, Afganistán, Siria, Eritrea, Darfur, Irak, Somalia o Nigeria».

Gente con bultos en los hombros y niños y niñas en las manos, caminando de un país a otro, por las carreteras y al lado de las vías férreas, rodeados de islamofobia, que cumple el mismo papel «unificador» que el antisemitismo alemán nazi.

Ante este drama, la UE ha respondido gastando más de 1.800 millones de euros en levantar vallas cada vez más altas, con concertinas de cuchillas, para blindar las fronteras y ampliar centros de internamiento (CIEs), empleando sólo 700 millones en ayudar a los refugiados. Numerosas son las empresas europeas que se lucran en sectores de la defensa y seguridad de las fronteras: Indra, Steria, Avánzit, HP, Mummer Consulting, Primesphere, Siemens, Amper, Eads, Santas Bárbara Sistemas. Contrasta como los dirigentes europeos regatean las cifras de refugiados a acoger, como si de una subasta se tratara, sin ponerse de acuerdo, con la unanimidad y acuerdo inmediato que tuvieron para rescatar a los banqueros y sus bancos movilizando en cuestión de horas todo su potencial.

Hay millones de desplazados y de refugiados desde 2006, cuando la situación en Irak obligó a huir a más de 5 millones de iraquíes. De ellos, la mitad se instaló temporalmente en Siria y Turquía acogió a casi 2 millones y Líbano a más de medio millón. Como analiza la especialista Nazanín Armanian la pregunta que surge entonces es ¿por qué, de repente, ahora, miles de refugiados no sólo deciden salir de Turquía sino que pueden hacerlo, a pesar del cerco militar? ¿Por qué más de 1,5 millones de refugiados sirios, que entre 2011 y 2014 Turquía acogió y desde entonces han permanecido en los campos de refugiados, se les dirige ahora hacia la europa fortaleza? ¿Por qué se han convertido en noticia de titulares durante tantos días «estos» refugiados, cuando no ha habido ningún titular para los cientos de refugiados sirios bloqueados a las puertas de Melilla que nuestro Gobierno trata de ignorar?

Desde 2011, explica Armanian, Turquía, Arabia Saudí y Qatar, incapaces de derrotar a Bashar Al Assad, lo han intentado todo con tal de convencer a Obama de la necesidad de acabar con el mandatario sirio. Pero, dado que USA ha firmado un acuerdo nuclear en julio con Irán, que conllevaba su compromiso de no intervenir militarmente en Siria, todo parece indicar que esos países han decidido «inundar» Europa de refugiados sirios, presionando a sus mandatarios y ofreciendo a la Otan el perfecto pretexto para ampliar a Siria su «Guerra Global contra el Terror», mediante «intervenciones humanitarias» con bombas que ya han asolado Afganistán, Pakistán, Irak, Libia, Yemen, Somalia, Mali, Sudán, etc., y que han generado decenas de millones de desplazados.

Los medios de comunicación se han encargado de generar y mantener un estado de conmoción socioemocional del público europeo que ha llegado al paroxismo con el televisualizado niño kurdo-sirio, ahogado en una playa turca. Como las fotos de los cuerpos de un centenar de adultos sirios asfixiados o congelados en camiones no hirieron suficientemente las sensibilidades, se utilizó la imagen del cuerpo ahogado del niño Alan.

Parece como si esta «crisis humanitaria manufacturada» obligara a planear bombardeos en Siria en pro de «la democracia y la libertad», como ya ha apuntado algún medio periodístico nacional español. Esta estrategia ya se vivió con la invasión de Afganistán o Irak, o con la revolución de los colores en el norte de África, cuando fotos falsas y falsos testimonios de agentes estadounidenses consiguieron generar indignación y rabia en la ciudadanía occidental, justificando así las barbaridades que a continuación ejecutaron.

El colmo de toda esta operación de prensa y publicidad internacional ha acabado en proclama en los medios sobre la generosidad y ejemplaridad de una de las piezas clave en generar esta situación insostenible: Alemania. Alemania, que este año incrementó un 30% en la venta de armas a los jeques árabes. Alemania, que ve así garantizada una nueva remesa de mano de obra barata con los refugiados, que ya están trabajando a euro la hora.

Los africanos, igualmente huidos del terror y la miseria, no interesan y se alzan cada vez más alambradas. Como analiza Shangay Lily, reorientar la solidaridad espontánea para dirigirla hacia lo que le interesa al poder es una peligrosa arma de control que decide a quién debemos dirigir nuestra compasión. De esta forma los dueños del tablero geoestratégico crean las prioridades y las categorías a las que debemos prestar atención.

Huir de la guerra, de la persecución o de la miseria, si se puede, es un derecho humano. Pero conviene no olvidar cómo el poder utiliza y manipula la parte emocional de este drama para hacernos olvidarnos cómo nos siguen saqueando y su propia complicidad: el hasta hace poco meses Secretario General de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, y responsable directo de los ataques a Libia, a Afganistán, a Siria, etc., ha pasado a ser contratado como consultor del banco estadounidense Goldman Sachs, el mismo banco que tras la destrucción de Libia se apropió de 1.300 millones de dólares del Estado Libio y participó, con otros bancos, en el expolio de sus fondos soberanos.

Asistimos perplejos y maniatados a manifestaciones en favor de «estos» refugiados, convocadas por los mismos dirigentes políticos conservadores (PP) y socialdemócratas (PSOE), que extienden cada vez más vallas de concertinas, que construyen cada vez más centros de internamiento «verdaderas cárceles», que alientan con nuestros impuestos las guerras de invasión que causan refugiados. Es la hipocresía convertida en política de estado.