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Publicado por
José María Calleja
León

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A partir de ahora se trata de saber si el proceso por la independencia se va a tragar las evidencias de corrupción La brillante idea de la lista en la que Mas sigue cuarto, que pretende ocupar todos los primeros asientos del hemiciclo catalán en la derecha, en la izquierda —en el centro no, hay un pasillo— y mandar a la montaña a la oposición, resulta expresiva del talante excluyente que anima a los miembros de esa coalición nacionalista.

Es como si en el Congreso los parlamentarios del PP, que tienen la mayoría absoluta de la que carece la lista de Mas, estuvieran, además de en los asientos que ocupan ahora, en los escaños en los que se sienta la oposición.

Me imagino que a Mas y a los suyos les resulta insoportable ver a los diputados de Ciudadanos —unos ‘españoles’, al fin y al cabo— en primera fila, detrás de las cabezas de los miembros del Gobierno, saliendo en todas las imágenes como si fueran del mismo nivel que los catalanes fetén.

Mas ha vuelto a recurrir al victimismo para despejar a córner sus responsabilidades en la presunta financiación irregular de su partido, en la red corrupta y clientelar que ha organizado la vida política de la Cataluña nacionalista, desde los primeros tiempos del corrupto Pujol hasta hoy. Mas no asume la más leve responsabilidad política o penal en esa trama corrupta, que ha llevado a la cárcel a un tesorero de Convergencia, Vioca, por la que se ha detenido a otro, Osàcar, que tiene sus sedes embargadas. Ni una palabra de ese 3% que iba a su partido después de chantajear a empresarios y a cambio de concederles obras públicas. ¡Mas, que fue consejero de obras publicas!, dice que es que le tienen manía. En esa especie de hipnosis que se ha organizado en Cataluña, muchos parecen creerse que todo es culpa de los otros, que no hay corrupción. Eso, a pesar de las múltiples evidencias de amaño. Mas puso la mano en el fuego por Osàcar, un sujeto que tenía cuentas en Suiza, que utilizaba el ordenador de Trias en un despacho al que Trias no acudía nunca.

Mas se ha reunido esta semana con Pujol, antes de las detenciones, lo que confirma hasta el hartazgo que ambos forman parte de una misma estructura, de un modus operandi que se ha calificado como «criminal» por la investigación policial. A partir de ahora se trata de saber si el proceso por la independencia se va a tragar las evidencias de corrupción, o si la investigación policial y la actuación de los jueces hará insostenible la situación de Mas y de lo que queda de su partido.

Mientras, los diputados ‘españoles’ del Parlamento catalán son tratados como si fueran los Montagnards de la Revolución Francesa: los pequeños burgueses que ocupaban los asientos más altos de la Asamblea, frente a los grandes burgueses girondinos, que se sentaban como quiere ahora Mas en el Parlament.