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Publicado por
CAMINO GALLEGO
León

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E l próximo lunes es el día de Todos los Difuntos, una jornada que nunca se celebra porque se hace el día anterior que es el de Todos los Santos, que siempre es fiesta, tal vez en un intento por creer que quienes nos han dejado están en la gloria.

En esta ocasión al pasarse al lunes la fiesta del 1 de noviembre, podrá dedicarse la jornada a honrar a nuestros muertos. Los cementerios se llenarán de gente que acude con ramos de flores a recordar a sus deudos fallecidos. En esos días no se cabe en los camposantos, pero sin embargo en cualquier otra fecha te das cuenta de la razón que tenía el poeta al decir ¡Qué solos se quedan los muertos!

Y cada vez más, porque esta sociedad nuestra parece que sólo vale para los vivos que son los que van al bollo, según el conocido refrán. A los muertos se les olvida después de haberles llorado. No son políticamente correctos. A nuestros hijos les ocultamos la muerte, si son pequeños no dejamos que vean a sus abuelos cuando fallecen. Así la muerte para ellos es algo virtual, que ocurre con profusión en las películas y en los videojuegos, pero no en la vida real. Les hacemos un flaco favor, porque por mucho que se lo ocultemos la muerte está ahí y a todos nos toca y cuando llega esos niños no saben afrontarla y tampoco los jóvenes porque no lo han visto con naturalidad desde que eran pequeños. Para ellos el 1 de noviembre es Halloween, día de disfraces.

El Ayuntamiento de la capital comenzó en el anterior mandato el adecentamiento del cementerio de San Froilán, que nunca ha estado tan cuidado. Se colocaron placas para poder encontrar las tumbas, cosa que antes era casi imposible, se adecentaron caminos y fuentes. En los últimos meses se ha remozado la zona de nichos y pavimentado la entrada hasta la capilla... se ha comprado un cochecito para transportar los ataúdes hasta las tumbas, en vez de la plataforma con ruedas que había. Incluso han asfaltado la avenida de San Froilán y podado las acacias. A eso se une la mueva rotondina de antes de entrar al puente de Puente Castro. Pero se había anunciado que la capilla del cementerio tendría calefacción y eso no se ha llevado a cabo, cuando es muy necesaria. El sentimiento de tristeza y abandono que se tiene tras la muerte de un ser querido se acrecienta con el gélido ambiente de esa pequeña capilla y nos hace pensar también ¡qué fríos se quedan los muertos!