EDITORIAL: Reconocimiento a una labor ejemplar que arroja luz sobre la incertidumbre

«Un problema es un problema mientras no sepamos convertirlo en una oportunidad». Serafín de Abajo Olea, presidente de la Junta Provincial de la Asociación Española contra el Cáncer, definía de esa manera la actitud con la que hay que afrontar la enfermedad desde el punto de vista del paciente y sus familiares, pero también del compromiso que la sociedad debe afrontar ante esa situación, frente a la que el voluntariado que agrupa la AECC «continuará trabajando en la prevención y en la importancia del diagnóstico precoz», así como en el apoyo a la investigación para seguir reduciendo la mortalidad, que en estos momentos se reduce ya al 50% de los diagnósticos.

En la entrega de Premio Diario de León al Desarrollo Social y los Valores Humanos el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, resaltó con justicia y bajo consideración compartida la «ejemplaridad y luz propia» que desprende la AECC junto con el resto de la sociedad en un esforzado trabajo «por encontrar respuestas y poner en marcha los apoyos para los enfermos y sus familias».

Herrera, que se felicitó por la oportunidad de participar «en un reconocimiento público hacia aquellas personas que se distinguen por sus valores humanos y que son una luminaria para el resto de la sociedad» elogió la «labor impagable de sensibilización, acompañamiento y apoyo a la investigación» de un colectivo que «lleva esperanza donde hay desesperanza y luz donde hay incertidumbre». Pero no perdió la oportunidad de reclamar a la sociedad una «actitud no sólo ejemplarizante, sino también reivindicativa» para que los poderes públicos mejoren la aportación de recursos para ganar la batalla a la enfermedad.

La Asociación contra el Cáncer fue distinguida en esta décima edición no sólo como canalizadora de los fondos dedicados a la lucha contra el cáncer, desde la prevención hasta la investigación, pasando por la divulgación de todo lo relacionado con la enfermedad, sino también y sobre todo por su gran apoyo a las familias cuando la enfermedad aparece en sus vidas. Ellos y quienes fueron reconocidos en los nueve años precedentes merecen la más ferviente felicitación por su abnegada tarea precisamente en unos tiempos en los que la solidaridad se hace tan necesaria para sostener un desarrollo social en injusto y amenazante desequilibrio. Porque sólo la solidaridad, que debe ser asumida no como un reto sino más bien como una obligación, y la igualdad de oportunidades pueden sostener la conquista de nuestros sueños como individuos y la necesaria armonización de la convivencia de todos.