Diario de León

TRIBUNA

Esos buenos neocomunistas

Publicado por
Matías González. sociólogo
León

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H ace 25 años del colapso de la Unión Soviética y sus satélites este-europeos, 25 años del derribo del muro de Berlín y del entierro de los frutos podridos del marxismo-leninismo. Si entonces me hubieran dicho que el comunismo renacería en la vieja Europa no lo habría creído.

Los que conocimos aquellos países de los años finales del paraíso socialista no podemos olvidar la espantosa decadencia a la que llegaron.

Esta no era el resultado del feroz bloqueo del capitalismo fascista, como inútilmente propalaba la propaganda interna, sino el palpable desastre de la fórmula socialcomunista basada en el despotismo brutal del Estado y la ausencia de libertad individual.

Ahora lustros después, cuando las hediondas cenizas de aquella infamia han sido olvidadas, los jóvenes cachorros de la Europa latina dicen estar airados y vindican contra el estatus dominante un supuesto neocomunismo, en apariencia rousoniano pero con evidentes signos de autoritarismo.

Los buenos comunistas tiene conciencia social, se sienten conmovidos por la pobreza ajena y les gustaría compartir un mundo igualitario en una arcadia ideal. No hablan de dictadura del proletariado como los manuales del leninismo para llegar a eses paraíso, solo hablan de ganar elecciones y del dominio del Estado.

Su fórmula es simple, despojar de su patrimonio a los más ricos y repartirlos entre los desheredados. La fórmula parece sencilla pero tiene un agujero muy grande; esos necesitados no se conforman con facilidad, más bien exigen un Estado de Bienestar con educación, sanidad, comunicaciones gratis y múltiples servicios sociales además de rentas en forma de subsidios, becas, ayudas etc. Ese Estado de Bienestar es muy caro, cuesta 150.000 millones de euros cada año, a los españoles, es decir, cada contribuyente debe aportar una riqueza equivalente a 8.000 euros para poder pagarlo, vía impuestos,

Los buenos comunistas tienen conciencia social, quieren repartir la riqueza pero no saben crearla. Las empresas publicas no crean riqueza, no pueden crearla porque extirpan el estimulo básico que la genera: la ganancia individual, algo indeleble en la condición humana, que es inexorablemente darwiniana.

Así pues solo saben una salida; endeudarse. Los estados piden créditos a los mercados de capitales para financiar sus servicios. Si estas deudas se pagan, según lo pactado, se conceden nuevos créditos y la rueda sigue creciendo en la confianza de que se pagara lo debido.

Pero a los buenos comunista no les gusta respetar las deudas heredadas que son las deudas por los servicios que disfrutaron sus padres y ellos mismos, de niños, con la excusa de que son ilegitimas porque las firmaron los gobiernos no comunistas. Y amenazan con impagarlas cuando llegan al gobierno, y a veces las impagan. Los que prestaron se quedan sin su dinero porque los estados que impagan son soberanos pero un estado que impaga se convierte en un apestado, nadie volverá a prestarle.

¿Cómo renovar los servicios sociales, mantener el Estado de Bienestar si los créditos al estado se secan? ¿Expoliando los ahorros de los súbditos del Estado? A eso conduce la arcadia neocomunista que ahora proponen los nuevos profetas del paraíso socialista; un infierno fiscal con una tributos insoportables que arruinan finalmente la comunidad nacional.

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