Diario de León

PANORAMA

Desobediencia civil y CDC

Publicado por
Antonio Papell
León

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L a desobediencia civil ha sido el eje programático de la CUP, la Candidatura de Unidad Popular, que ha obtenido 10 escaños en la candidatura del 27S. La evolución de la CUP ha sido estelar: ha pasado de los 126.435 votos (3,47%) en 2012, pasando por los 221.577 (7,14%) de las municipales del 24-M, hasta los 336.135 (8,21%) obtenidos este 27 de septiembre. O lo que es lo mismo: de 3 a 10 escaños en el Parlament en las autonómicas y 372 regidores en las municipales, cuatro veces más que los que tenían hace cuatro años. Su lema es «desobediencia, anticapitalismo y cooperativismo». Su proyecto de ruptura pasa por la desobediencia a la legalidad española desde el primer momento. La candidata de la CUP Anna Gabriel explicaba pocos días antes del 27S: «Cuando la gente sale a manifestarse a la calle de forma masiva, el mensaje que lanza es independencia. Declarémosla unilateralmente, empecemos desobedeciendo, haciendo valer la legitimidad popular, de que se quiere vivir al margen de su imposición». Con todo, la CUP sigue siendo una opción claramente minoritaria, que muy probablemente ha tocado techo, a juzgar por la estructura socioeconómica de Cataluña.

CDC, la formación básica de CiU que ha mantenido una potente presencia política desde su fundación en 1978 y que gobernó el principado desde 1980 hasta 2003 y de 2010 hasta su reciente disolución, ha sido en cambio un partido burgués tradicional, aplicado en la defensa del estado de derecho y en el cumplimiento de las normas inherentes a la democracia política.

La desobediencia civil es un concepto antiguo, objeto del célebre ensayo de David Thoreau en 1849, y fue emulado por disidentes históricos como Desmond Tutu en Sudáfrica y Martin Luther King en los Estados Unidos, en ambos casos contra las leyes racistas.

En democracia —produce sonrojo tener que repetirlo—, las constituciones son abiertas —es decir, incluyen las fórmulas para su reforma interna— y los regímenes evolucionan de la ley a la ley mediante procedimientos legislativos sucesivos. Y es profundamente antidemocrático optar por procedimientos traumáticos de cambio. En el caso de Cataluña, la evolucón del sistema vigente deberá llegar mediante la negovciación y el pacto. El camino montaraz de los hechos comsumados, de la vulneración de la legalidad o de la desobediencia civil es por el contrairio inadmisible y encontrará enfrente todo el peso del Estado de Derecho, que tiene medios para imponer el cumplimiento estricto del ordenamiento democrático.

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