CORNADA DE LOBO
Veranillo tengas
Este año san Martín, que era santo porcinero por ahí pero mulero en Mansilla, llega con su vieja norma de veranillo al canto y trae cielos limpios sobre feria embarrada.
Ojalá fueran un síntoma o una parábola o una profecía. Ojalá se barrieran las nubes de las mentes atormentadas que no salen del «mi nación».
Qué tiempo más raro... este caloret no es propio tan metido ya noviembre, dicen aquí y allá. Todos parecen sorprenderse y afirma uno en la radio que es otra demostración más del cambio climático (el miedo es libre y sus profetas no están en la cárcel).
Tranquilo, paisa: ese cambio climático, este raro veranillo, lleva repitiéndose aquí desde la baja Edad Media (que se recuerde en documentos) y desde milenios antes (sin ninguna duda).
En la piel y en la memoria de la mujer cazurra es donde están mejor grabados los noviembres templados, ella es la que más lo agradece y le importa un bledo si el veranillo lo trae un santo o un ingeniero de la Nasa... el caloret es lo que cuenta... añoraba el veranillo del membrillo que vino hace cinco semanas, se gastó y ya está en latas.
Y es que las mujeres nuestras se escalofrían a la mínima fresca otoñal y se malhumoran mucho si se encapota el cielo dos días seguidos. Las paisanas se arrician fácilmente dando la razón al dicho: Las tres cosas más frías del mundo son: las manos del barbero, el hocico del perro y el culo de una leonesa.
Hay que entenderlas, pues. Este veranillo de san Martín será como si fueran las últimas rebajas de sol antes del rigor invernal que se avecina.
Una de Astorga suspiró envidias ayer domingo viendo en la tele que en Galicia subió la temperatura hasta los 25 grados y se llenó la playa de mujeres haciendo de placa solar... qué gozada.
Las mujeres odian el invierno. Se explica: los trabajos, los gastos, las medicinas y las lavadoras se duplican y, además, el fuego de la cabaña corre a su cargo sin dejar que se apague (siempre que puedan pagarse el fuego, pues otro invierno más nos haremos tapia oyendo casos dramáticos y demasiado frecuentes de deficiencia energética).
La única patria del hombre son los inviernos de madre, fuego y guarida.