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León

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Lo del quinto siempre ha dado mucho juego más allá de los mitos y leyendas. Por estas tierras suele emplearse al hablar de alguien que comparte el mismo año de nacimiento mientras en el mediterráneo se usa para pedir un botellín que tiene eso, el 20% de un litro de cerveza.

El quinto es protagonista en los chistes de butaneros y fue lo que buscó Piqué sin éxito este sábado en el Bernabéu para saludar con su mano, por la tele, a quienes inauguraron en el Reino de León la moda de recordarle sonoramente cuánto gustan sus buenas formas.

Fue ese quinto que no llegó, como ocurre tantas veces cuando uno se despierta, aunque hay algunos que optan por aquello del pájaro en mano y evitan intentar alcanzarlo.

Mirando al 20-D parece que alguno se apunta a esta fórmula por aquello de que parece factible lo de dos y dos son cuatro. En el PP y en el PSOE se han hecho más de Benítez que de Piqué y ni se han molestado en plantearse la oportunidad de llegar al quinto. Dos diputados para mí y dos para ti, parece el eslogan de unas listas de un encuentro entre Mourinho y Clemente, donde se hace una faena de aliño para que entren los cocinados aquí y también los de allá, más pendientes del linier y de mantenerse en la línea que de la posibilidad de marcar en la portería contraria.

Nadie duda que a nivel nacional y también provincial será un partido a cuatro. Ni hay quinto ni se le espera. Y lo curioso es que si los dos grandes hacen todo lo posible para ni soñar con el quinto, los emergentes puede que ni lleguen a sacar la cabeza del agua viendo que son incapaces de consolidarse porque, o falla la franquicia con unos ensueños que ya nadie compra o cojea el sello local incapaz de hacer creíble aquello de la regeneración entre positivos —de botella— y negativos —de notas— por aquí y por allá.

La experiencia vivida por el CDS o la UPL evidencia que el baremo para alcanzar el quinto ha sido históricamente muy elevado en León, pero el 20-D todo puede pasar. Quizás sea incluso cuestión de un voto, como dice Pedro Sánchez, en su cuento de la lechera.

Ese quinto con el que todos sueñan pero nadie persigue con auténticas ganas parece que se jugará curiosamente casi por incomparecencia. Ya lo proclamaba aquella cinta del landismo: No desearás al vecino del quinto.