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Publicado por
Carlos Carnicero
León

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L a economía, la gran apuesta de Mariano Rajoy para el 20-D, ha sido desplazada de la agenda electoral. Sus sustitutos son el desafío antidemocrático catalán y la eclosión de la amenaza yihadista desde los atentados de París. Estado de Emergencia en Francia, situación de guerra en las calles de Bruselas y el miedo instalado que facilita el recorte de libertades en las sociedades europeas.

Pero vayamos por partes. Primero, la conexión existente entre el desafío en Cataluña y los atentados de París. Si el trayecto a la independencia de Cataluña era complicado, los atentados de París lo hacen casi metafísicamente imposible. Naturalmente salvo que quienes lideran esta ensoñación apostaran por la autarquía, lo que llevaría a Cataluña al siglo XIX.

La nueva formulación de la amenaza terrorista refuerza la necesidad del cumplimento de la ley. Las restricciones de derechos necesitan el amparo de una ley aunque sea excepcional. En la sociedad catalana muchos acaban de descubrir que los hechos tienen consecuencias. Aprobar una resolución parlamentaria que exige la desobediencia a la ley a todos sus funcionarios es un harakiri casi perfecto.

Segundo tema. La amenaza terrorista. Es difícil no estar en el pacto antiyihadista. Pablo Iglesias lo tiene complicado porque quien redactó el texto del pacto tuvo mucho cuidado en que quedara reflejada la defensa de derechos y libertades como objetivo prioritario. Intentar hacer la falsa ecuación entre este pacto y el recurso de la guerra de Irak es muy difícil.

Es cierto que hay un sector de la intelectualidad y de la izquierda que eleva a la categoría de guerra como atentado contra la humanidad. La guerra es un concepto que admite muchos matices. No puede ser la única respuesta al desafío terrorista y debe tener mucho cuidado con los daños colaterales. En primer lugar, con evitar las víctimas de la población civil. Debe contar también con un plan viable, democrático y consensuado para el día después. Tiene que tener mucho cuidado con la amenaza de una extensión de la xenofobia hacia los musulmanes. En especial, en Europa donde se juntan grandes masas de población musulmana y fuertes movimientos de extrema derecha.

Rajoy ha leído con detenimiento el vademecum de las equivocaciones de Aznar. No quiere cometer ninguna. Y cualquier compromiso militar con la respuesta que lidera Francia tendrá que esperar. Con estos dos parámetros, Podemos en especial, pero también el PSOE, están muy condicionados y no les va a resultar fácil distinguirse del Gobierno. El PSOE no puede enarbolar la bandera del «no a la guerra», con los ataques de París todavía calientes.

Así las cosas, en estas elecciones celebradas en estado de excepción, los guardianes del orden tienen más oportunidades de ganar. Rajoy nunca pudo soñar con un escenario mejor.