Ojo, es mi ladrón

Me acuerdo a menudo de Faustino Álvarez, cómo no, grandísimo tipo, asturiano y coyantino, o sea, paisano, periodista de cachas y pluma tallada que dirigió periódicos, tertulió lo que no tuvo escrito, escribió de todo, columneó con finura en la prensa nacional y dejó un buen rastro de libros... además, era viejo compañero de estudios y muy entrañable amigo del padre Ángel y, como él, ahormado por una risueña bondad y una santa rebelión ante la injusticia, la pobreza o lo cerril.

Le recordé esta vez hablando de «Cataluña en sus trece». Vino a la memoria una charla distendida que tuvimos una vez con Luis del Olmo en Barcelona cenando la víspera de una de las famosas botilladas de sus premios «Protagonistas» a las que acudían catalanes de todos los colores que no lograban juntarse ni verse entre ellos en ningún otro suceso de la vida social barcelonesa (eso le decía Jordi Pujol a Luis).

En aquella ocasión y acogiéndose a la franqueza de una amistad cierta y larga, Faustino le comentó a Del Olmo algunos adornos biográficos de una vieja colaboradora de su programa, periodista asturiana también muy conocida, y por no recrearse en describir la ralea de la prójima, la resumió: «en fin, una hija de puta»... y al cabo le replicó Luis «seguro, te creo, pero es mi hija de puta», como diciendo tienes razón, pero le tengo lealtad profesional y al programa le sirve como finísima verdulera para el forraje rosa del ganao.

Pues algo parecido ocurre con el catalán que engorda su exaltado soberanismo exhibiendo las vergüenzas de esta España podrida donde la corrupción se hizo Estado. Esa es la razón que más le lleva a largarse y dar portazo.

Entonces, alguien le replica ¿de qué corrupción hablas?, ¿no está igual de podrida Cataluña, no sobran ahí casos y robos a espuertas, no es Pujol un ladrón o, digamos, un hijo de puta?... a lo que el catalán picudo contesta «sí, de acuerdo, pero es nuestro ladrón, nuestro hijo de puta; y mejor para Cataluña que nos robe él y no Bárcenas o Madrid»... ¿y los empujolados?... tranquil, Jordi, tranquil, la ropa sucia se lava en casa... para eso clamamos independencia, para ser casa (y caso) aparte.