EDITORIAL: Hostelería y ruido: un problema que necesita soluciones cabales
Hay 186 establecimientos de hostelería en el área definida como Zona Acústicamente Saturada (ZAS) y el número de eleva a 288 si se añade la Zona de Respeto, en definitiva el casco histórico de la capital. Y en los últimos cuatro años el Ayuntamiento de León firmó 353 expedientes por ruidos, la mitad de los cuales fueron como consecuencia de las molestias causadas a los ciudadanos por pubs y bares en general. Pero las denuncias por este motivo van en aumento, hasta el punto de que, sin haber terminado el año, las de 2015 superan ya en un 58% a las del año anterior. Esa es la razón que lleva ahora al gobierno municipal a estudiar la ampliación ZAS, lo que supondría que se prohibiría la apertura de nuevos establecimientos en el barrio Romántico y en el entorno de la plaza del Conde, que de momento son Zona de Respeto —también ampliable hasta la plaza de San Isidoro—, lo que no evita la proliferación de ese tipo de negocios, donde están sí prohibidos los pubs y no se pueden abrir bares a menos de 25 metros de otro.
La decisión va a ser inevitablemente polémica, pero lo cierto es que parece necesario poner coto a la situación, empezando por la revisión de los tipos de licencias, en función de las cuales se determinan horarios y niveles de ruido, y siguiendo por la eliminación de resquicios legales que posibilitan abrir locales como restaurantes que luego no son tales. Y habilitar una plataforma desde la que se controle en tiempo real cuáles son los niveles de ruido de los 100 bares musicales que hay en la ciudad, 86 de ellos en el casco histórico. Conciliar los intereses de quienes viven de la hostelería, que por la vía del turismo es un elemento generador de riqueza y de dinamización económica de la ciudad, y los derechos de los ciudadanos, sobre todo los que habitan en esas zonas, es el reto. De manera que las medidas que se adopten no serán buenas si no lo consiguen.
