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Publicado por
antonio manilla
León

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E l Congreso de los Duplicados está vacío a estas horas. Algunos, los que ni se presentan, se habrán despedido ya de los compañeros de escaño y de los bedeles, recogiendo sus cosas en un hato y dejando en los despachos el tratamiento de señoría. Otros vendrán a ocuparlos con sus fotos de familia y sus retratos de Nemo o del Ché, según. Con su obediencia de voto y su uniformidad de pensamiento, porque, aunque se prevén cambios indumentarios y un parlamento entrante mucho peor vestido que el saliente, nadie se va a extraviar del surco que trace el buey mientras las listas y las mentes sean cerradas.

Digamos que el Congreso de los Duplicados va a seguir siéndolo aunque va a haber más modelos. Por descartar, no se descartan ni camisetas serigrafiadas con rebatiñas varias: catalibanes exigiendo el estado gaseoso, liberados pidiendo la reforma de la reforma laboral, quizá unas femen haciendo pancarta de sus tetas mientras abominan de la mujer objeto. Si finalmente el Rey tuviera que recibir ministros de Podemos, van a tener que improvisar los cortesanos otro manual de protocolo. Alguno habrá que quiera jurar por la República de Cordelia, el Cuarto Milenio o Kubala y Di Stéfano, aquella delantera mítica que pudo ser y nunca fue.

Aunque, como todos los que padecen en alguna medida el virus de la acracia, uno es muy partidario del voto en blanco si se le diera valor a ese voto (¿se imaginan un partido del voto en blanco y que se dejara un escaño vacío por cada representante cosechado en las urnas?), lo cierto es que la abstención es hija de mil padres y carece de apellido y voz. Ahora mismo, nuestro sistema electoral funciona como la lotería: el premio es el mismo al margen de cuántos apuesten. La abstención es muda.

Pero lo bueno de unas elecciones es que por un día nos enteramos no de lo que dicen las clases dirigentes sino de lo que opinan las clases dirigidas. Hay quienes se han revelado contra la jornada de reflexión por considerarla un atavismo de la protodemocracia, al que el runrún de las redes sociales ha adelantado por la izquierda, pero ese día es una bendición porque los políticos están callados obligatoriamente. Hasta en su casa, pienso yo, Elvira Rajoy o Begoña Snchz agradecerán el silencio político, aunque atruene la cisterna.

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