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León

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Mañana, toca jornada de reflexión. Hay quienes lo llevan fatal ese día, pues temen quedarse para siempre como el pensador de Rodin. Es decir, traspuestos. Pero hay que reflexionar nuestro voto. Y si lo tiene usted ya muy reflexionado tampoco está de más darle un repasín. La democracia te permite elegir, pero ello no implica que con eso quedes liberado de tu responsabilidad de acertar, o por le menos de intentarlo. Si votas a Calígula no protestes luego si nombra senador a su caballo. Una de las lecciones que nos imparte la Historia es que ciertos líderes ya apuntaban maneras antes de acceder al poder. Reflexionemos antes de votar. Hace unos días llamaron a la puerta de casa. Le dije a mi mujer: «Me da que va a ser una cesta de Navidad.» Ya. Resultó ser una comunicación para que presida mañana una mesa electoral. Gran honor, desde luego. A priori y desde el punto de vista de las leyes de la probabilidad la cesta tenía más papeletas, pues he desarrollado tal deber ciudadano en otra ocasión, además de como vocal. Pero no funciona así el azar, que es muy suyo, por no decir de colmillo retorcido. No obstante, siempre es posible hacer ciertos cálculos estadísticos a ojo. Veamos algunos ejemplos de manual. ¿Cuántas probabilidades tenemos de que Mourinho diga una frase amable? Pocas. ¿Cuántas probabilidades hay de que Donald Trump suelte hoy una sandez? Muchas. Pues así con casi todo.

¿Quién ganará las elecciones del domingo? Ya me gustaría ser adivino, pero de serlo me dedicaría al más rentable negocio de acertar loterías primitivas, que está mejor pagado que casi todos los oficios conocidos. Aunque hay algo que sí puedo vaticinarles, tras conocerse los resultados, en las primeras valoraciones de los candidatos habrá más victorias que derrotas. También, escucharemos a ciertos comentaristas de las tertulias de la televisión esgrimir ufanos: «ya lo dije yo». Aunque muchos creeremos recordar que mantuvieron otra cosa.

En fin, me gustará vivir esta jornada desde una mesa electoral, aunque tampoco hubiese estado mal lo de la cesta. Ya en serio: reflexionen mañana su voto. No teman quedarse como el pensador de Rodin. Este caballero ya llegó traspuesto del taller. Ay, las corrientes.

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