Diario de León
Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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D esde 1986 la provincia de León es bipartidista. Sin ninguna fisura. Los cinco diputados que nos corresponden en el Congreso —que es la cámara relevante— son siempre socialistas y populares. Unas veces ha ganado 3-2 el PSOE y otras ha ganado por el mismo tanteo el PP. Y la proporción está tan igualada, que hay empate entre uno y otro partido en sus victorias: cuatro veces han vencido los socialistas (dos de ellas con Zapatero de candidato) y cuatro los populares. Menos emocionante no ha podido ser el reparto, aunque es evidente que ello está favorecido por el escaso número de actas que se disputan y por la peculiar normativa electoral que urdió inesperadamente Adolfo Suárez en vísperas de los primeros comicios de la democracia recuperada, los de 1977.

¿Qué sucederá hoy, el día de las elecciones a Cortes más impredecible desde la transición, incluido el propio año 1977, donde las encuestas aventuraron el resultado con bastante acierto pese a la inexperiencia demoscópica? ¿Será nuestra tierra el improbable último reducto, o el penúltimo, del bipartidismo? ¿Tendrán representación los «cuatro grandes»? Si la pregunta nos la hiciéramos un mes atrás, podríamos arriesgar que los cinco diputados se los repartirían socialistas y populares, cada uno con dos escaños, más la presencia novedosa de Ciudadanos, con uno. Pero tal y como se ha ido desarrollando la campaña electoral, donde Podemos ha sido el partido que mejor la ha aprovechado, parece ahora más probable que los cinco diputados tengan cuatro dueños. En cuyo caso lo más predecible es que sea el PP quien logre dos, por uno cada uno los demás contendientes.

Ahora bien, dada la media de edad de los leoneses —una de las más elevadas de España—, dada la saludable afluencia a las urnas de las personas mayores, y dado que los jóvenes parecen algo menos proclives a votar, o más indecisos, podría darse el caso de que alguno de los dos partidos nuevos no sacara representante por esta tierra. Tan mesurada siempre en términos políticos, y donde el mundo rural —el menos inclinado a los experimentos— aún guarda un peso considerable.

En definitiva, serán sobre todo los jóvenes y su participación, quienes decanten decisivamente el resultado. En un escenario en el que se habla mucho de la nueva política, un concepto un tanto nebuloso. ¿Acaso hay nueva política en Francia, en Alemania, en Reino Unido, en Holanda…? Pues no lo parece, salvo el lamentable incremento del voto ultraderechista en Francia, lo que de nueva política, claro, no tiene nada. En realidad la nueva política es la Política con mayúsculas. Una acción pública más honesta, menos corrupta y opaca, y que articule una normativa electoral más equitativa, lo que no es poco. Suceda hoy lo que suceda, será el aldabonazo para un tiempo mejor. Sin vanas ilusiones, pero con legítimas esperanzas.

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